ASAJA defiende el carácter estratégico de la agricultura, que garantiza la seguridad e independencia alimentaria a los consumidores, el equilibrio territorial y socioeconómico de nuestro mundo rural y unas normas de producción respetuosa con el medioambiente y el bienestar animal.

De cara al encuentro de Jefes de Estado y presidentes de Gobierno, que tendrá lugar mañana viernes 23 de febrero, ASAJA, principal Organización Profesional Agraria de España, quiere hacer llegar al gobierno español y al conjunto de la sociedad su preocupación por los intentos de recortes presupuestarios en la elaboración del próximo Marco Financiero Plurianual, tal y como se desprende de la Comunicación presentada hace unos días por la Comisión sobre los distintos escenarios de las principales partidas de futuro Presupuesto UE, en la que se plantean opciones de reducciones importantes de las partidas correspondientes a la PAC y a la política de cohesión.

La Política Agrícola Común es, desde el origen de la Unión Europea, la principal y prácticamente la única política común de Europa. Los gastos derivados de la PAC, ya sean de apoyo a la renta de los agricultores y ganaderos, sensiblemente inferiores a otros sectores económicos, a medidas destinadas a mejorar el medioambiente y la lucha contra el Cambio Climático a través de los distintos pagos medioambientales, las medidas de sostenimiento de los mercados y actuaciones para paliar crisis de precios y garantizar una estabilidad en aprovisionamientos y precios, así como los fondos destinados a mejorar las condiciones de vida y generación de actividad en el medio rural son medidas financiadas, la mayoría de ellas en su totalidad, con fondos europeos, por lo que es lógico que absorban buena parte del Presupuesto comunitario.

Aun así, el gasto agrario ha ido disminuyendo de forma importante en los últimos años, pasando de ser superior cercano al 80% a comienzo de los años 80 para llegar a un 38% hoy en día. Teniendo en cuenta que el Presupuesto de la Unión Europea representa aproximadamente el 1% del PIB de los países que forman el club comunitario, y que la actividad agrícola, ganadera y forestal es fuente de la alimentación de más de 500 millones de consumidores y gestiona más del 80% del territorio de la Unión Europea, más que un gasto, podemos afirmar que es una inversión en Europa.

España es el segundo país perceptor de fondos de la PAC, siendo estos una herramienta esencial para la estabilidad de las rentas de agricultores y ganaderos, que en muchos casos están percibiendo precios por sus producciones muy similares a los de decenios anteriores, debido a la volatilidad de los mercados, la presión de intermediarios y prácticas abusivas de la distribución en el seno de la cadena alimentaria y la competencia de productos importados, muchos de los cuales no deben cumplir con las exigentes normas de producción a las que estamos sometidos en la UE.

La Comisión Europea acierta a la hora de marcarse nuevas prioridades en materias tan sensibles para Europa como es la seguridad y defensa, las políticas de emigración, la innovación y el apoyo a los jóvenes, en liderar compromisos ambientales como los adoptados en el seno de la COP21 para combatir el calentamiento global y el cambio Climático o los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Pero ello no debe ser un obstáculo para permitir que instrumentos integradores como la PAC, que llega a cada uno de los pueblos de Europa, y mantiene el tejido socioeconómico y la diversidad de nuestros territorios, siga desarrollándose y sea capaz de responder a las nuevas demandas de la sociedad.

Entendemos que la salida del Reino Unido supone un serio quebranto para las arcas presupuestarias comunitarias. La decisión de apartarse del proyecto europeo es una decisión que lamentamos, pero no por ello debemos ser nosotros, los agricultores y ganaderos españoles lo que debamos ser los principales perjudicados de esta decisión.

La propia Comunicación de la Comisión sobre los distintos escenarios para el presupuesto futuro desvela de forma muy gráfica como los principales países contribuyentes al presupuesto comunitarios son igualmente los que más se han beneficiado de las ventajas de pertenecer a un Mercado Único, ya que el mayor progreso de los menos avanzados supone para los más industrializados un importante mercado para sus bienes de equipo, servicios financieros o ingenierías de todo tipo.

Entendemos, por tanto, que de cara al próximo debate sobre el presupuesto comunitario, lejos de enzarzarnos en las características del modelo, lo esencial es reforzar el convencimiento de la necesidad de contar con una PAC ambiciosa en sus objetivos y coherente en sus recursos para hacerlos frente. Una PAC que nunca debe perder la C de Común, y por ello debe alejar de forma clara e inequívoca cualquier atisbo de renacionalización o de financiación de los Pagos Directos, elementos esenciales para la estabilidad de las rentas de los agricultores y ganaderos.

Animamos a nuestro equipo negociador, encabezado por el propio presidente de Gobierno a que haga suyas estas reflexiones y defienda unos presupuestos coherentes los retos y ambiciones que hemos depositado en la Unión Europea. Europa y sus gobiernos están perfectamente preparados para asumir una aportación al nuevo Marco Financiero Plurianual que supere el 1% del PIB. Ya lo ha hecho con anterioridad y los retos y ambiciones que nos hemos marcados todos lo merece.