Matías Callejo Sanz, agricultor

Para Matías, el campo ha sido una vocación durante más de tres décadas de su vida y él solo se ocupa de todas sus parcelas, que ocupan más de 300 hectáreas, la gran mayoría de cereal, pero desde hace dos años ha apostado por la colza como cultivo de rotación.

C.R./ Patricia G.R.

La dedicación y la pasión por el campo las lleva en la sangre. Asegura que desde muy joven tuvo claro que lo que le gustaba era la agricultura y que a ello iba a dedicarse. Desde los 17 años, Matías Callejo Sanz trabaja en las tierras de Villanueva del Aceral (Ávila) y en este municipio morañego, situado entre Arévalo y Madrigal de las Altas Torres, ha hecho su vida con su mujer y sus tres hijos. Para Matías, el campo ha sido una vocación durante más de tres décadas de su vida y él solo se ocupa de todas sus parcelas, que ocupan más de 300 hectáreas. La gran mayoría son de secano, dedicadas a cereal, pero desde hace dos años, Matías Callejo ha apostado por la colza como cultivo de rotación.

Está satisfecho con los rendimientos que da la colza y también con el precio al que se paga, superior al del girasol. Este año, el cultivo va con un retraso de casi tres meses, ya que la sequía del otoño y el invierno retrasó la nascencia hasta el mes de enero. Aunque las plantas llevan buen ritmo, se prevé que se retrasará ligeramente la cosecha para dar tiempo a que el grano cuaje y engorde.

Matías confía en que el tiempo respete esta etapa final, que no haya tormentas de granizo ni tampoco olas de calor que agosten las plantas, que ya han perdido sus característicos pétalos de color amarillo chillón. También espera que en esta campaña se mantengan los precios de la colza, para la que calcula unos rendimientos de en torno a los 3.000 kilos por hectárea. Unos precios que rondan los 34-36 céntimos, y que dan buena razón de por qué cada año aumenta su superficie cultivada en la provincia abulense.

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