La Lonja de León ha dado por terminada la campaña de girasol, ya sin cotización esta semana, ante la falta de operaciones. En términos generales, ha venido marcada por unos rendimientos irregulares, pero unos precios aceptables, sobre todo en el alto oleico, por la alta demanda de la industria. Según los datos de la Junta de Castilla y León, basados en las declaraciones de la PAC 2025, los agricultores palentinos cultivaron esta campaña cerca de 46 000 hectáreas de esta oleaginosa, unas siete mil en regadío (15,4 % del total de la superficie).

Por tanto, su papel en la rotación de los secanos sigue resultando fundamental, máxime en un contexto de costes de producción elevados. El rendimiento medio estimado en la provincia de Palencia en la pasada campaña de girasol no alcanza la tonelada por hectárea en los secanos, mientras en los regadíos ronda los 1750 kilos por hectárea.

Además, se han dado rendimientos muy irregulares, tanto por la localización de las precipitaciones en las diferentes fases del cultivo como por el fuerte calor del tramo final del desarrollo, y una ausencia de lluvias casi generalizada en el trimestre de julio a septiembre.

Sin embargo, el precio ha sido aceptable, especialmente en el alto oleico. Las primeras operaciones visadas por el mercado leonés a mediados de septiembre situaron la tonelada de girasol tradicional o linoleico a 425 euros, y la del alto oleico a 515 euros. La campaña se ha cerrado este octubre en 435 euros y 525 euros, respectivamente.

EL ALTO OLEICO, MEJOR PAGADO QUE EN 2024. La campaña de 2024 se movió en esta misma lonja en unas horquillas más amplias —400-445 €/t, en el caso del linoleico; y 415-470 €/t en el alto oleico—, pero también hay que recordar que la campaña se prolongó más (la Lonja de León dejó de cotizar girasol en la sesión del 4 de diciembre, un mes más tarde que la actual, con un inicio similar, mediado el mes de septiembre).

Es decir, el girasol convencional ha operado este año en rangos similares al anterior, mientras el alto oleico se ha pagado en torno al 18 % más que la pasada campaña. Esta modalidad aún es minoritaria en Castilla y León, que destina aproximadamente tres de cada cinco hectáreas de girasol al linoleico.

La rentabilidad en el alto oleico ha rondado esta pasada campaña la nada despreciable cantidad de unos noventa euros por tonelada y/o hectárea (tomando como promedio un rendimiento medio de mil kilos/hectárea). No debe pasar desapercibida para nuestros agricultores esa diferencia de precio a favor del alto oleico, unida a la demanda sostenida de la industria a nivel global, pero también nacional (la producción del campo es insuficiente y España acude a la importación).

2020-2021, UN CAMBIO DE TENDENCIA. Ciertamente, tampoco hay que perder de vista que los precios actuales del girasol (con independencia de las variedades) han conservado una parte de la burbuja del bienio 2021-2022 que se infló en el prólogo de la guerra de Ucrania, como se aprecia en el gráfico adjunto.

Dicho de otro modo, la cotización de esta oleaginosa también está expuesta a los cambios geopolíticos que puedan producirse a corto y medio plazo. No en vano, Ucrania es el mayor productor mundial de girasol (este 2025 cultiva 5,1 millones de hectáreas de esta oleaginosa, el 5 % más que el año pasado) y una potencia exportadora, al igual que Rusia (entre ambos países cultivan más de la mitad de la superficie de girasol mundial).

Y recordemos los precedentes de esa burbuja de 2021-2023: hasta la campaña 2020 el girasol convencional prácticamente no empezó a operar por encima de los 350 euros/tonelada, pero ese umbral ni se planteaba en el trienio 2016-2019, cuando esta oleaginosa se pagaba más bien cerca de los 300 euros/tonelada, e incluso menos, como se muestra en la gráfica./