Nada me gustaría más, que con el paso del tiempo este editorial, quedara en el olvido, sería señal de que mis profecías no se han cumplido y que todo es producto de un análisis futurista erróneo. El mundo es un volcán en erupción ahora mismo, y no me refiero a la situación que estamos viviendo en la Palma, y en otros puntos del planeta, que al fin y al cabo, los volcanes han existido siempre y de vez en cuando, nos recuerdan que están ahí.

Desde el inicio del Covid-19, se han ido sucediendo acontecimientos que han modificado nuestra forma de vida, nuestros hábitos, costumbres, forma de trabajar, disfrutar el ocio, enseñanza en colegios, residencias de mayores, … Cambios relacionados unos de forma directa con la pandemia y otros de forma indirecta. El orden mundial que disfrutábamos se ha resquebrajado, y esa situación de bienestar, que hemos venido disfrutando en mayor o menor medida, ya no es tal.

En el mundo agrario y ganadero, hasta estos momentos, hemos vivido en una burbuja, no conocemos “ertes” ni “eres”, hemos podido realizar nuestro trabajo con relativa normalidad, por las propias características de nuestra actividad, que la realizamos en esa España vaciada de la que tanto se habla, y que en este caso, es lo más parecido a un paraíso para vivir una situación de pandemia como la que tenemos. De esa situación de bienestar, que hemos disfrutado agricultores y ganaderos, se ha beneficiado la sociedad en general, que ha visto cubiertas sus necesidades alimentarias, sin carencias y sobrecostes. Y así, hemos obtenido el reconocimiento a nuestra profesión, que tantas veces se nos ha negado, por fin se valora que seamos capaces de producir alimentos para todos, de calidad, con garantías sanitarias y a precios asequibles. Además hemos conseguido que no haya faltado ningún producto en la cesta de la compra.

A partir de ahora, todo puede cambiar, agricultores y ganaderos estamos sufriendo el encarecimiento desmesurado de nuestros costes de producción, fertilizantes, energía, maquinaria, fitosanitarios, … hasta el punto de tener que replantear nuestras previsiones de siembras, no sólo por los costes, también esperamos desabastecimiento de los mercados de nuestros proveedores, por ejemplo de nitrogenados, que es el mejor ejemplo de lo que nos ocurre, y que ha triplicado su precio en apenas unas semanas. Para complicarlo aún más, nueva PAC, y todos sabemos lo que significa, pues ya tenemos experiencia, y la conclusión es que siempre es peor que la anterior, menos dinero y más obligaciones.

En un sector, donde se da la paradoja de que agricultores y ganaderos no tienen posibilidad de repercutir los costes, pues nos marcan los precios, tanto de lo que compramos como de lo que vendemos, no nos queda más remedio que coger el lapicero y hacer números, pues el encarecimiento de los costes de producción hace que tengamos que cambiar la planificación de nuestros cultivos y la forma de producir, pasando de cultivos que necesitan inversiones altas a otros que generan menos costes. No hay que olvidar que estamos sometidos al clima, plagas, disponibilidad de agua, enfermedades de las plantas, … y que por lo tanto no tenemos ninguna garantía de rentabilizar nuestras inversiones.

Todos estos cambios, por pequeños que sean, pueden alterar de forma muy importante los mercados mundiales, donde podemos llegar a ver desabastecimiento de algunos productos y por lo tanto conocer precios desorbitados de los mismos, o el efecto contrario, excedentes de producción y caída de precios de otros. Pero que nadie olvide que estamos hablando de alimentación, y que agricultores y ganaderos estamos presentes tres veces al día en cada persona que desayuna, come y cena. ¿Se imaginan estanterías vacías de productos básicos de alimentación? Tampoco es descabellado pensar en precios cinco o diez veces superiores a los actuales.

Y mientras todo esto ocurre, nuestra clase política, en este país y en la Unión Europea, no se da cuenta de la situación actual y se siguen moviendo en un mundo irreal, inundando de demagogia los campos de cultivo, como puede ser la “ESTRATEGIA DE LA GRANJA A LA MESA”, donde se ponen trabas a la producción y a la forma de producir. Si tuvieran un mínimo de sentido común analizando la situación actual e hicieran caso a los informes de sus propios técnicos, deberían estar ya mismo trabajando para “QUE NO FALTE NADA EN TU MESA”.