En los últimos días hemos tenido conocimiento de que el ilustre ministro Garzón ha vuelto a hacer de las suyas. Al final es lo que tiene crear un ministerio inútil y darle un cargo a alguien tan inútil como el propio ministerio. Al señorito Garzón ya no le vale con vejar a la carne y al azúcar, ahora se ha acordado también de la leche. Para ello, ¡oh, qué sorpresa!, se basa en uno de esos estudios que dicen lo que él quiere oír, algo que podía ser aceptable si no fuera él quien ha encargado el estudio y, de paso, ha puesto su foto en él, me da que si no lo hace revienta.

El caso es que lo importante es tocar las narices al sector agrario y en eso este figura es un experto, eso hay que reconocerlo. Hay niños que tienen la negativa cualidad de romper todo lo que tocan y nuestro ministro es un campeón en ese tema. Supongo que los ganaderos ya tenían poco con el incremento imparable de sus costes de producción y de estar en el punto de mira de todas las regulaciones y comentarios gratuitos de estos neoexpertos en todo y que no han estado en una ganadería en su vida, ni ganas que tienen. Pues eso, como esta gente tenía pocos problemas va el ministro, que representa a todos españoles, aunque da la sensación de que sólo representa a sus coleguillas, y pone por los suelos al sector lácteo español.

El informe “Sostenibilidad del consumo en España” indica que “el análisis llevado a cabo determinó que la carne y los productos lácteos son responsables de una parte relevante de los impactos ambientales” y se dedica a calcular lo que tenemos que comer para reducir el consumo de carne y lácteos. El objetivo final es cargarse la ganadería, actuar como un martillo pilón desde distintos ámbitos de forma que Satanás esté mejor visto que un señor que produce leche o carne.

Claro que sí, Garzón, la ganadería tiene un impacto ambiental, al igual que lo tienen otros sectores productivos, los vehículos y, en general, la vida. Hasta tú mismo generas un impacto ambiental, y no precisamente porque seas productivo.

Me enorgullece decir que varios de mis mejores amigos son ganaderos y que no tengo ningún amigo ministro, ni de los de verdad ni de los de cuota, como eres tú. La ganadería española produce unos alimentos que tienes la suerte de consumir a diario porque hay gente en los pueblos de España trabajando mañana, tarde y noche todos los días del año, mientras aguantan todo lo le estáis echando encima mientras los amigos Planas y Sánchez dan la callada por respuesta. Son gente que tiene el aire de sus pueblos más que limpio cuando tú vives debajo de un champiñón de contaminación. Pero la culpa es de las vacas españolas, no la tienen los coches, no la tienen las ciudades atestadas de gente, no la tienen otros países. En la pandemia quedó claro pero eso no lo vas a estudiar, algo que dudo que hayas hecho mucho, seguro que hacías chuletas para aprobar y ahora reniegas del sector cárnico. ¡Qué hipocresía!

Tú sigue erre que erre, como Paco Martínez Soria en la película, ya estás cerca de conseguirlo. La suerte se ha aliado contigo, Garzón. La ganadería tiene unos costes cada vez más altos que no puede repercutir a sus productos, ya estaban mal pero los delirios de tu amigo Putin están poniendo el mundo patas arriba y la ganadería pende de un hilo. Estarás contento.

Pero recuerda que cualquier ganadero podría ser ministro y tú serías incapaz de ser ganadero y, mientras tú fastidias todo lo que tocas, la gente lo pasa mal. Tanto económica como anímicamente. Los ganaderos ven que no se hace otra cosa que no sea ir contra ellos, se les imponen nuevas regulaciones cada dos por tres y no tienen futuro. Ni tienen futuro para su actividad ni la tienen para su familia, porque los jóvenes ya no se quieren quedar con el oficio de sus padres, están hartos de verles pasarlo mal y no parar de trabajar. Aunque a ti eso te da igual. Si lo que quieres es hacer daño sigue así porque lo estás bordando, Garzón.