Se ha cumplido un año desde que la Comisión Europea presentó la estrategia «De la granja a la mesa». Un año de debates intensos que ha resuelto pocas dudas, por ello numerosos colectivos, que aglutinan dentro de la Unión Europea a agricultores y ganaderos, productores sectoriales agrarios, fertilizantes, semillas, de maquinaria, … han realizado un comunicado conjunto donde, sin oponerse en esencia al enfoque propuesto dentro de la estrategia “De la Granja a la Mesa”, reclaman que se debatan las repercusiones que tendrá y llevar a cabo una evaluación de impacto de su aplicación.

Esta estrategia no sólo repercutirá en la calidad medioambiental de nuestra agricultura, sino también en nuestra capacidad de producción, nuestra competitividad, nuestras importaciones y, en última instancia, en los precios al consumo.

Pues bien, ahora sabemos que esa evaluación de impacto no se realizará por parte de la Comisión Europea, cuando se había prometido un estudio de este tipo. Ante los retos que se plantean a nuestra seguridad alimentaria, es incomprensible e inaceptable ver esta falta de atención por parte de la Comisión.

Los colectivos firmantes de esta comunicación piden que se apliquen tres principios: tener una política basada en datos concretos y en pruebas científicas, disponer de herramientas tecnológicas capaces de entusiasmar a la comunidad agrícola con este proyecto político y, por último, lograr el mismo nivel de ambición en el mercado interior de la Unión Europea con respecto a aquellos socios comerciales internacionales que no compartan las mismas ambiciones.