La comunidad agrícola de la UE esperaba con impaciencia la revisión de la directiva sobre el uso sostenible de productos fitosanitarios (SU – 2009/128/EC). Dado que SUR es un elemento político histórico de la comunicación De la granja a la mesa, el Copa y la Cogeca esperaban un enfoque equilibrado que presentara no solo objetivos ya conocidos, sino también soluciones y alternativas precisas para lograr estos objetivos. La propuesta publicada hoy, que pasó a ser un reglamento de una directiva, sigue sin responder a estos interrogantes en un contexto internacional cada vez más apremiante ante un desafío de seguridad alimentaria global.

Los dos objetivos principales que promueve el reglamento presentado hoy por la Comisión Europea ya eran bien conocidos desde el lanzamiento de la estrategia De la granja a la mesa, a saber, la reducción del uso y el riesgo de pesticidas químicos en un 50 % y el uso de pesticidas más peligrosos en un 50 % en 2030. Las consecuencias de su aplicación, acumuladas con los otros objetivos del Green Deal agrícola, se han discutido en muchos estudios desde 2020, todos apuntando a un riesgo de reducción y/o reubicación de parte de nuestra producción de alimentos. La propuesta final presentada hoy por la Comisión va más allá de los anuncios de 2020 al presentar objetivos vinculantes a nivel europeo y objetivos a nivel nacional. La ambición de los objetivos propuestos contrasta con la poca información sobre las soluciones, las alternativas técnicas y el marco de apoyo a los agricultores, lo que conducirá a deficiencias en la legislación en las explotaciones.

La comunidad agrícola europea apoya el objetivo global de reducir los productos fitosanitarios. Para hacerlo, los agricultores europeos y las cooperativas agrícolas deben contar con herramientas disponibles, seguras, eficaces y asequibles que aún deben desarrollarse siguiendo el progreso científico de vanguardia. Centrarse en normas más estrictas no resolverá los problemas subyacentes para la protección de las plantas: prohibir diferentes productos sin tener suficientes alternativas efectivas no es un enfoque eficiente. Es esencial que los agricultores de la UE dispongan de períodos de transición razonables, durante los cuales el sector proveedor pueda introducir nuevos productos alternativos en el mercado, con especial atención a la producción de cultivos menores.

Los agricultores aplican actualmente el Control Integrado de Plagas en sus campos y acogen con satisfacción la armonización del marco propuesto por la Comisión en su revisión a pesar de la carga administrativa que puede generar. Sin embargo, la falta de alternativas adecuadas a los productos químicos para la protección de las plantas está empujando a los agricultores a depender de autorizaciones de emergencia que, aunque fomenta la Comisión, no siempre son otorgadas por las autoridades nacionales en el momento oportuno. La fecha límite de 2030 está a solo 8 años y algunas de las herramientas de bajo riesgo previstas tardan una media de 10 a 15 años en llegar al mercado. En este contexto, es de suma importancia implementar una verdadera simplificación, agilización y diferenciación del registro de productos fitosanitarios de bajo impacto y soluciones para el control de plagas con materias químicas. El Copa y la Cogeca toman nota de la intención de la Comisión Europea de integrar objetivos para el desarrollo de métodos fitosanitarios alternativos y no químicos para 2030 en sus Planes de Acción Nacionales. Esto puede aumentar la disponibilidad de soluciones de protección de cultivos efectivas y de bajo impacto para los agricultores de manera oportuna y asequible.

Aún así, esta propuesta carece de un marco que neutralice los efectos secundarios negativos y garantice la competitividad y la resiliencia del sector agrícola de la UE antes de establecer un objetivo legalmente vinculante. Esto no es realista y podría ser muy perjudicial para la continuidad de las actividades agrícolas en la UE. Más aún porque en otros continentes a las comunidades agrarias no se les impondrán las mismas reglas.

Finalmente, ante la multiplicación de iniciativas en el marco de “De la granja a la mesa”, “Fit for 55” (reducir las emisiones un 55%) o la estrategia “Biodiversidad”, y ante la acumulación de crisis internacionales, el Copa y la Cogeca reiteran la urgente necesidad de un estudio global sobre el impacto que tiene el Pacto Verde Europeo en la agricultura. Los efectos de estas regulaciones se sentirán simultánea y acumulativamente en nuestras fincas. Dadas las circunstancias geopolíticas actuales, es esencial que mantengamos nuestros rendimientos estables y produzcamos suficientes productos de alta calidad para contribuir a la seguridad alimentaria mundial. Por tanto, el Copa y la Cogeca estarán atentos al desarrollo de un «análisis sobre los factores impulsores de la seguridad alimentaria», tal y como ha anunciado hoy la comisaria de Sanidad y Seguridad Alimentaria, Stella Kyriakides.