A Marco Tulio Cicerón, jurista, político, filósofo, escritor y orador romano se le atribuye una frase referida a nuestro sector: “la agricultura es la profesión propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre”.
Es considerado universalmente como uno de los autores más importantes de la historia romana. Todos los hombres y mujeres del sector agrario nos hemos sentido halagados y reconocidos por la frase que en su día pronunció y que durante veintiún siglos ha resumido perfectamente la esencia de nuestra profesión.
Seguramente hoy, si viviera Cicerón se sentiría orgulloso por una frase que ha pervivido, con sentido pleno, durante más de 2000 años pero que, tristemente, ya no refleja la realidad de todos los que nos dedicamos al campo y la ganadería.
Me quiero referir a la parte final de la frase, “la ocupación más digna para todo hombre libre”. Hoy ya no está vigente, los agricultores y ganaderos hemos visto cómo de forma progresiva e implacable se anulaba nuestra capacidad para decidir sobre todos los aspectos que afectan a nuestra actividad diaria. Al mismo tiempo nos vemos envueltos en una serie de normativas, muchas veces absurdas; tanto, que suelen durar unos pocos años para ser modificadas de nuevo, sin que el fin que persiguen justifique los medios empleados para tratar de lograrlo.
Es evidente que hoy, en Europa, no se puede vivir a espaldas de la PAC en nuestra profesión, por mucho que haya nostálgicos de otros tiempos que no volverán. El mundo está cambiando muy rápidamente y las prioridades también. Hoy nos preocupa más el cómo se producen los alimentos que la propia seguridad que nos da el tenerlos.
El sector agrario ha demostrado una capacidad de adaptación enorme. Desde el año 1993 nos hemos tenido que familiarizar con normativas que afectaban a nuestra forma de producir. Por citar algunas podemos hablar del barbecho tradicional, el blanco, todas y cada una de las normativas de condicionalidad, la aparición de los derechos, con ayudas acopladas a la actividad y desacopladas también, el SIG-PAC, los derechos de pago básico, regiones productivas…
De nuevo estamos ante una reforma de la PAC, donde todo lo que se conoce apunta a normativas que van a encorsetar aún más al sector, en detrimento de nuestra libertad para decidir sobre todas las cuestiones que afectan a la hora de organizar nuestra explotación y nuestro trabajo.
Vamos a tener que estar más pendientes de cumplir con todas las normas impuestas, que de nuestros cultivos, y todo ello, afectando de forma directa a la rentabilidad de nuestras explotaciones y a nuestra productividad. Más obligaciones es sinónimo de menor rentabilidad y, por si fuera poco, con un nuevo recorte de los fondos que percibiremos de la PAC.
Y una vez más, el comisario europeo se ha vuelto a comprometer a simplificar todos los trámites de la PAC, promesa ya escuchada en ocasiones anteriores pero nunca cumplida y que seguramente vendrá a significar mayor complejidad aún.