DONACIANO DUJO | Presidente de ASAJA-Castilla y León
Los agricultores de toda España nos encontramos estos días en plena recolección de cereal. Y digo «de toda España» porque se trabaja simultáneamente en toda la península, desde Andalucía a Castilla y León. No vamos más rápido, porque no se puede: aunque las cosechadoras de hoy son de dimensiones muy grandes, al coincidir la siega en todo el territorio, no hay maquinaria disponible. Esto nos mantiene en vilo porque, con el tiempo poco asentado, las tormentas vienen con granizo y pueden dar al traste en pocos minutos con la cosecha. Más que nunca, el seguro es imprescindible.
Con carácter general, el año es bueno en producción. La estimación de ASAJA para la cosecha ronda los 19,5 millones de toneladas para España, de las que cerca de ocho millones son de Castilla y León.
Cargando el camión con el grano, los agricultores tenemos sensaciones agridulces. Por un lado, el buen hacer de los profesionales y el clima, que ha acompañado, impulsa la buena cosecha; por otro, no dejamos de pensar en esos precios bajos que no dejarán sanear las cuentas agrarias, debido a los altos costes de producción.
Desde ASAJA hemos cifrado estos costes de producción en unos ochocientos euros por hectárea, lo que significa que tendríamos que conseguir en todas las zonas cuatro mil kilos de media por hectárea para soportar los vergonzosos precios que este año tienen los cereales: unos doscientos euros por tonelada… e incluso menos en el caso de la cebada, la avena o el centeno.
No es raro que en el campo reine el pesimismo, porque tras estos días de cosecha llegará el momento de hacer cuentas a la vuelta del verano, con la próxima sementera, la campaña 2025-2026, en perspectiva. Si teniendo un año bueno —que no es lo normal— no salen las cuentas, ¿qué sembramos? ¿Cómo hacemos rentable nuestra explotación? Esas son las preguntas que ocupan las tertulias de los bares o lugares de encuentro en los pueblos en estos días de verano.
Nos hemos reunido varias veces —la última, la semana pasada, con el ministro de Agricultura— para pedir soluciones. Pero hasta el momento ni el Ministerio de Agricultura ni la Unión Europea están poniendo encima de la mesa ninguna propuesta para salvar el sector cerealista. Esta situación tampoco es ajena al resto de agricultores de la Unión Europea. Estamos sujetos a muchísimas condiciones medioambientales y productivas, y a la vez sometidos a una política exterior que permite la entrada de cereal de fuera de la UE mientras impone aranceles a los fertilizantes que vienen de terceros países.
Más de quinientos millones de euros supone la factura de los fertilizantes en Castilla y León: un 33 % de los costes que tiene una explotación. Si el valor del abono se triplica, es imposible rentabilizar la cosecha con el cereal. Hoy necesitamos tres kilos de trigo para compensar cada kilo de fertilizante. Y la situación puede empeorar si se cumple la propuesta de la UE de gravar más los aranceles a Rusia y Bielorrusia. Se pone muy cuesta arriba sembrar bien y poder obtener una buena producción.
Desde ASAJA pedimos con contundencia tres puntos:
- Primero, control de las importaciones masivas de cereal que se está haciendo principalmente de Ucrania.
- Segundo, que se eliminen los aranceles que se han puesto a los fertilizantes.
- Y tercero, ayudas directas, como se pusieron en marcha cuando se inició la guerra de Rusia y Ucrania, aplicadas sobre la factura de los fertilizantes que los agricultores hemos pagado.
Mientras no consigamos estas medidas, ASAJA seguirá movilizándose, tanto a las puertas del Ministerio y de las delegaciones del Gobierno como frente a las empresas que nos compran a bajo precio los cereales. Y por supuesto en el corazón de la UE: en Bruselas protestamos este miércoles 16 de julio, día en el que está previsto que se conozcan las nuevas propuestas y el presupuesto para la futura PAC.
No son buenos tiempos para el sector agrícola y ganadero… y gracias que ha venido una buena cosecha; porque si hubiese venido mala, los precios no serían mucho más altos, ya que se nos marcan fuera de nuestras fronteras./
«Si teniendo un año bueno —que no es lo normal—, no salen las cuentas, ¿qué sembramos? ¿cómo hacemos rentable nuestra explotación. (…) no son buenos tiempos para el sector… y gracias que ha venido una buena cosecha. Si hubierse venido mala, los precios no serían mucho más altos, ya que se nos marcan fuera de nuestras fronteras.»


