Podemos dar por comenzada la campaña electoral que concluirá el 11 de febrero con la cita en las urnas para medir la representatividad de las organizaciones profesionales agrarias de Castilla y León tal y como establece la Ley Agraria. Un proceso de estas características debe de ser un motivo para hablar más de agricultura y ganadería, para exponer por parte de las organizaciones los diferentes modelos asociativos y las diferentes formas de ver y entender los problemas del campo y sus soluciones. Sin duda se hablará de eso, unos con más tino y acierto que otros, pero a menudo las propuestas profesionales quedan ocultas detrás de los rifirrafes que se producen entre los dirigentes de cada una de las organizaciones que concurren a las elecciones. Ha sido así desde las primeras que se celebraron en el ya lejano mil novecientos noventa y siete, y será así en las de dos mil dieciocho, con la diferencia quizás de que ahora lo haremos también en las redes sociales, el sitio más fácil para insultarse. No hace falta que los medios de comunicación azucen a los diferentes actores de este proceso, aunque lo hacen, ni sirve de nada recordar que la acritud, el enfrentamiento, la rabia incontenida y la mala baba no da votos. Unos votos, los que se movilizan en estas elecciones agrarias, que están bastante contados, pues a diferencia de unos comicios políticos o unas elecciones sindicales al uso, los afiliados tienen un elevadísimo peso, prácticamente decisivo. En los cuatro comicios anteriores, y así ocurrirá en este, los movimientos en las candidaturas han sido de escasos cinco puntos porcentuales, en el mejor de los casos, lo cual, cuando no tiene relevancia en la gobernabilidad de un ente o institución, convierte el esfuerzo en algo bastante estéril. Pero la batalla por ganar está abierta y no se escatimarán esfuerzos, y ganar es obtener un reconocimiento, cuanto más abultado mejor, por encima del que obtenga el contrincante. Encauzar la campaña para que transcurra por una senda de profesionalidad y educación, sería un buen comienzo.

Artículo de opinión de José Antonio Turrado Fernández publicado en la Nueva Crónica del viernes 29 de diciembre de 2017