Administrador único

La multinacional Hopsteiner, dedicada a la comercialización del lúpulo, ha adquirido recientemente el ochenta por ciento del capital de la empresa leonesa Fomento del Lúpulo que estaba en manos de compañías cerveceras.

 Administrador único

La multinacional Hopsteiner, dedicada a la comercialización del lúpulo, ha adquirido recientemente el ochenta por ciento del capital de la empresa leonesa Fomento del Lúpulo que estaba en manos de compañías cerveceras. Sobre el otro veinte por ciento, en manos de los agricultores a través de su cooperativa, no hubo opción de compra, y como mucho pudieron ejercer el teórico derecho de adquisición preferente, que obviamente no ejercieron. El movimiento societario ha sido bien visto por el sector productor, pues difícil una situación tan deteriorada como la anterior, y porque  parece que si alguien de fuera viene aquí a invertir unos dos millones de euros en un negocio, es para explotarlo con vocación de permanencia. Pero la sorpresa llegó cuando los nuevos dueños suprimieron el consejo de administración de la compañía y lo sustituyeron por el órgano de gobierno de administrador único. No parece razonable que una compañía bajo la fórmula jurídica de sociedad anónima, con un accionista que es una multinacional y representa el ochenta por ciento del capital, y otro accionista con intereses distintos que representa el veinte por ciento, esté gobernada por un administrador único como imposición del socio mayoritario.  Y si el administrador único resulta ser una persona con la que el otro socio ha tenido no pocos desencuentros, más todavía. Por lo tanto, estamos ante un caso de libro de lo que es una mala praxis en el gobierno de una sociedad, donde el socio minoritario  tendrá cautivo su capital y tan siquiera podrá opinar sobre la situación de la compañía más allá de lo que lo haga en la junta general. Si la multinacional Hopsteiner no quería dar ningún protagonismo al sector productor dentro de la empresa española, lo lógico habría sido hacer una oferta por el veinte por ciento del capital  restante, y que los agricultores la hubieran aceptado, lo que hubiera reportado medio millón de euros que bien podrían destinar a proyectos de futuro o simplemente a repartírselos a una media de 2.000 euros por cultivador de lúpulo.

*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 6 de noviembre de 2015.