Balanza agroalimentaria

La balanza comercial agroalimentaria no para de dar alegrías a un país, España,

Balanza agroalimentaria

La balanza comercial agroalimentaria no para de dar alegrías a un país, España, cuyos indicadores apuntan a un nuevo ciclo de recuperación económica. Pero la novedad es que la agroalimentación comenzó su gran despegue en medio de la crisis, precisamente buscando mercados alternativos para colocar los productos que no demandábamos los españoles por la caída del consumo, consecuencia sin duda de la pérdida de nuestro poder adquisitivo. El informe mensual de comercio exterior, referente al mes de mayo, cifra en casi tres mil ochocientos millones de euros el valor de las exportaciones agroalimentarias y pesqueras, lo que representa un incremento de casi el cinco por ciento respecto a mayo del año anterior. Con unas importaciones de unos dos mil seiscientos millones de euros, deja un saldo neto de mil doscientos millones, mejorando dicho ratio en un veintisiete por ciento respecto a los datos de hace un año. ¿Y qué es lo que exportamos de nuestro sector agroalimentario?. Exportamos, sobre todo, aceite de oliva, vino, carne de porcino fresca –lo de los jamones es más leyenda que valor económico-, y frutas y hortalizas. Para exportar, necesitamos un sector primario eficiente, es decir, que el agricultor proporciones productos de calidad en cantidad suficiente y a precios competitivos, necesitamos una industria agroalimentaria puntera, y necesitamos iniciativa comercial y una buena logística. Ojalá se incorporen otras industrias a este club de exportadores, como por ejemplo la industria láctea, pero únicamente con el  desarrollo de las que ya están, es probable que esta tendencia crezca en el tiempo. Desarrollo es aportar más valor añadido, por ejemplo exportando productos elaborados en vez de carne fresca, o exportando vino de crianza en vez de caldos a granel. Y paralelo a esto, hay que producir aquí eso que ahora traemos de fuera, y hacerlo siendo más competitivos también. Importamos sobre todo habas de soja –algo difícil  de sustituir-, aceites de mala calidad – que se las queden por allá-, y maíz. Esto último es, precisamente, de lo que más tenemos en León.

 

*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en  La Nueva Crónica del viernes 7 de agosto de 2015.