BUENO PARA EL CAMPO

¡Si al menos ha venido bien para el campo!. Esto es lo que te dice mucha gente de bien por la calle, en días como los pasados, cuando el temporal ha sido tan desagradable que no invitaba a otra cosa más que a quedarse uno en casa al lado de la chimenea o de los radiadores de la calefacción.

BUENO PARA EL CAMPO
 
¡Si al menos ha venido bien para el campo!. Esto es lo que te dice mucha gente de bien por la calle, en días como los pasados, cuando el temporal  ha sido tan desagradable que no invitaba a otra cosa más que a quedarse uno en casa al lado de la chimenea o de los radiadores de la calefacción. Y es que en esto del clima los intereses de los agricultores pocas veces coinciden con lo que quiere el ciudadano de la calle, pero tampoco con lo que quieren otros empresarios cuya cuenta de resultados depende también del tiempo que haga. Esta revuelta meteorológica de los últimos días, con unas precipitaciones suficientes, ha venido bien para la agricultura, y en concreto se esperaba como “agua de mayo” por los agricultores que hicieron siembras tardías de cebada en secano y de trigo en regadío que no nacían por falta de tempero. Posiblemente más de veinte mil hectáreas de cultivo de este cereal hubieran tenido una nascencia muy insuficiente e irregular de no ser porque llegaron las lluvias y con ellas unas temperaturas mínimas un poco más suaves. Y es verdad que pocas veces el agricultor pide agua en invierno, a no ser que la quiera para que se llenen los pantanos, pero también es cierto que no es normal que llegue Noche Buena y dos meses atrás no haya caído casi una gota de agua, como ha ocurrido este año.
 
Si esto se queda así, le habrá merecido la pena sufrir este temporal a quienes piensan en los negocios y desean que las cosas vayan bien en aquellos sectores que mueven la economía de la provincia. Lo que llueva a partir de ahora, y durante algunas semanas, no es algo que el campo necesite, y si no lo necesita, a buen seguro le perjudica. No vamos a decir que sea malo que caigan unas buenas nevadas, sobre todo si es en las cumbres más altas y en nuestras dos estaciones de esquí, y no vamos a pedir fuertes heladas que para lo único que sirven es para poner a raya a los topillos  e impedir que se conviertan en plaga. El viento, que yo  sepa, únicamente interesa a los de las eólicas.
 
Artículo de opinión de José Antonio Turrado Fernández  publicado en  La Nueva Crónica del viernes 27 de diciembre de 2013.