No creo que la política agraria de los EE. UU. sufra cambios relevantes aún ganando las elecciones el partido Demócrata con Joe Biden al frente, aunque se comprende que los españoles damnificados por los aranceles impuestos por Donald Trump tengan cierta esperanza en que cambien las cosas. Los Estados Unidos hacen una agricultura similar a la europea, si se quiere un poco más a lo grande, condicionados más por un clima no tan estable como el europeo -si nos excluimos los de la península-, y con una legislación menos estricta en el uso de pesticidas, abonos, medicamentos animales, sustancias hormonales promotoras del crecimiento animal y la producción de leche –aquí prohibidas-, y el uso casi generalizado de los cultivos transgénicos. La agricultura americana tiene un nivel de apoyo con fondos públicos similar a la europea, aunque los conceptos de la ayuda sean diferentes. Por otra parte, la política energética que apuesta fuertemente por el bioetanol da salida fuera de la alimentación humana y animal a ingentes cantidades de maíz que de otra forma estaría pesando como una losa en los mercados. Gane quien gane las elecciones en los EEUU  tardará en llegar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea como el que ahora tenemos con Canadá o el que se fragua con Mercosur, y si alguna vez lo vemos, que nadie piense que Europa va a poder imponer sus tesis de una agricultura avergonzada por consumir recursos para producir alimentos. Estados Unidos seguirá defendiendo una agricultura orientada a competir en los mercados mundiales y lo hará usando todos los avances que permita la tecnología, relegando a un segundo plano modas actuales que pretenden pararlo todo en aras a un conservacionismo medioambiental mal entendido. Mientras Estados Unidos mira a los mercados, Europa por el contrario nos sacará del mercado al no poder competir con nuestros costes y querrá compensarnos con unas subvenciones como se hace con quienes pierden sus puestos de trabajo, tenernos subsidiados, y culpando a otros de nuestros males.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 6 de noviembre de 2020.