En nuestra provincia hay miles de kilómetros de carreteras, propiedad de la Diputación Provincial, en un lamentable estado de conservación, y con un trazado, señalización y ancho de vía, propio de hace más de un siglo. En los últimos meses, o años,  la institución provincial ha aprobado proyectos de actuación sobre muchas de ellas, sin que ello suponga un compromiso claro de cuándo ejecutarlos, pero pone los “dientes largos” a un vecindario que, ahora sí, piensa que cualquier día de estos comenzarán a trabajar las máquinas. Pero no, porque al margen de la disponibilidad presupuestaria, y al margen de las prioridades casi siempre partidistas, del equipo de gobierno, hay un escollo un tanto complicado de salvar, que son las expropiaciones de los terrenos.

Estos listos de Diputación, han pasado esa “patata caliente” a los municipios, es decir, les exigen a los ayuntamientos que se entiendan con los propietarios de los terrenos y le den resuelta la disponibilidad para intervenir en ellos. Un proceso que, al margen del coste, es complejo desde el punto de vista administrativo, y por lo tanto difícil de acometer por los pequeños municipios con pocos medios en personal cualificado. Ante esta tesitura, algunos alcaldes apelan a la condición de buenos ciudadanos para que los vecinos cedan gratuitamente los terrenos – vaya cara que tienen-, y otros se rompen la cabeza para contratar una consultoría que se encargue de la recogida de firmas de cesión de la propiedad o, en su caso, de poner en marcha un expediente de expropiación forzosa en toda regla.

Desconozco qué diputado puso en marcha esta medida, pero desde luego no se puede tener más “mala leche” con el municipalismo. Los alcaldes de la provincia deberían de revelarse contra la misma y obligar a cambiarla. Y de regalar tierras, nada de nada, que las paguen por lo que valen, que para eso son nuestros impuestos. La solidaridad hay que demostrarla en otro tipo de causas, que no faltan, y no en sacarles las “castañas del fuego” a unos diputados fanfarrones que ganan mucho y trabajan poco o nada.

*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 8 de agosto de 2025.