Los que estamos en el sector agrario de la provincia y tenemos responsabilidades a distintos niveles somos conocedores, desde hace ya bastante tiempo, de los conflictos que están surgiendo en los pueblos de montaña por el aprovechamiento de los pastos. Este conflicto surge como consecuencia de algo bueno, que es la incorporación de jóvenes ganaderos en estos territorios a los que hasta hace unos años no llegaba nadie y no se quedaba nadie. No sé si como “flor de un día” o como algo duradero, pero la realidad es que llevamos unos años en los que no faltan jóvenes que se quieran instalar con vacas en extensivo hasta en los pueblos de montaña más remotos de nuestro territorio. La consecuencia de ello es la escasez de pastos para el aprovechamiento del ganado, para la alimentación de la cabaña ganadera, y para cobrar unas ayudas de la PAC que por lo general van vinculadas a la superficie, y en concreto a la denominada superficie admisible. Repartir algo que no se puede estirar entre un número cada vez mayor de solicitantes es fuente de conflictos, y hagas las cosas como las hagas, nunca vas a contentar a todos. Muchos ganaderos están sin pastos, otros muchos con menos de los que desean o necesitan, y cuando los consiguen, es pagando unos precios que se me antojan desorbitados. Quienes están ganando de verdad son las juntas vecinales que se están encontrando con unos ingresos con los que ni soñaban, y que por lo general son para gastar  en verbenas en las fiestas de agosto. Además de esto no es raro encontrarse con responsables de las entidades locales que reparten según sus intereses dejando en la más absoluta indefensión a algunos de sus vecinos, y es cada vez más frecuente ofertar lo que hay a los de fuera excluyendo a quién reúne la condición de vecino. Pensar en la unión del sector para afrontar este problema es algo utópico, pues los pocos que quedan en actico en el pueblo tienen intereses a veces contrapuestos y juegan a “sálvese quien pueda”, o peor, están dispuestos a perder un ojo si con eso el vecino se queda ciego.

*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 25 de marzo de 2023.