Conflicto lácteo

Cuando hace ahora treinta años nos integramos en la entonces Comunidad Económica Europea, en la provincia de León había dieciséis mil ganaderías en las que se ordeñaban vacas, y hoy estamos en unas cuatrocientas. ¿ Es posible imaginar una reconversión más salvaje?.

Conflicto lácteo

Cuando hace ahora treinta años nos integramos en la entonces Comunidad Económica Europea, en la provincia de León había dieciséis mil ganaderías en las que se ordeñaban vacas, y hoy estamos en unas cuatrocientas. ¿ Es posible imaginar una reconversión más salvaje?. Esta reconversión, en honor a la verdad, se ha hecho con algún dinero público, la mayoría de Bruselas, pero se ha hecho, sobre todo, con el sacrificio de miles de familias leonesas que han tenido que dejar de trabajar en lo que le gustaba porque ya no era rentable. El que ha quedado, salvo alguna excepción, representa hoy el modelo de explotación más eficiente de toda Europa, pues nuestras vacas, bien alimentadas, con buena genética, buen manejo, modernas instalaciones y maquinaria, y con un buen dimensionamiento desde el punto de vista empresarial, se han situado a la cabeza de la competitividad. Y lo grave es que esto ya no es suficiente, pues siendo explotaciones punteras, no pueden aguantar una crisis de precios de la leche que no cubren  los gastos corrientes y las amortizaciones. En el resto de Europa no están mejor, pero es cierto que el modelo de nuestros más directamente competidores, como Francia, se diferencia por la diversificación de los ingresos al ser explotaciones mixtas, se diferencia por unos menores costes de amortización,  y sobre todo por unas estructuras de comercialización mejores que incrementan el valor de las ventas en no menos del diez por ciento. Con este panorama, encaramos un año muy complicado para la producción de leche en nuestra provincia y en toda Europa, donde lo habitual serán precios de ruina y abandono a su suerte de algunos ganaderos en determinadas rutas de recogida. Un año en el que se frustrará nuestro deseo de crecer y aumentar la producción hasta alcanzar al menos nuestro consumo, una aspiración que se me antoja legítima. Y en este río revuelto, muchos abusos e irregularidades por parte de una industria láctea y una distribución que no es capaz de competir con sus homólogos europeos y que cuadran la cuenta de resultados presionando a la parte más débil, el ganadero.

Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 5 de marzo de 2016.