DERROCHE EN PROYECTOS

Ahora hemos sabido que la integración del ferrocarril a su paso por León y por San Andrés del Rabanedo ya no va a ser posible, y que si alguna vez se ejecuta un proyecto, no va a tener nada que ver con el diseñado en un principio, que se encuentra al parecer ya redactado y del que cuelga una abultada minuta.

DERROCHE EN PROYECTOS
 
Ahora hemos sabido que la integración del ferrocarril a su paso por León y por San Andrés del Rabanedo ya no va a ser posible, y que si alguna vez se ejecuta un proyecto, no va a tener nada que ver con el diseñado en un principio, que se encuentra al parecer ya redactado y del que cuelga una abultada minuta. Es una historia que se repite, esa de hacer proyectos que cuestan una pasta gansa, de lo que se lucran despachos de ingeniería y probablemente políticos que se los adjudican. A mí entender, es una de las más lamentables prácticas de despilfarro de las administraciones públicas, es un dinero que se gasta que no sirve para nada y que en muchos casos cuando se encarga el trabajo ya se sabe que no va a tener recorrido ninguno. Salvando las distancias, algo similar ha pasado con el proyecto del circuito de velocidad de La Bañeza, o con trazados de carreteras de los que nunca más se sabe – se me pasa ahora por la mente la variante de Palanquinos-, u otros proyectos no tan vinculados con las disciplinas de la ingeniería y la arquitectura que se encargan para ver la viabilidad económica de inversiones que no se piensan hacer y que casi siempre dicen lo que quiere que diga quién los encarga. Soy conocedor de los que están vinculados al ámbito agrario y puedo asegurar que son de auténtico escándalo. Puedo empezar por trabajos previos de concentraciones parcelarias que nunca se van a hacer, por el proyecto de una presa sobre el río Valderaduey, por el proyecto de una presa en Valderas para almacenar en invierno agua del río Esla, los viejos proyectos de regulación de los ríos Eria y Duerna, los proyectos alternativos a los embalses del Eria y Duerna, el proyecto de presa sobre el río Omaña, o los proyectos alternativos a la presa del Omaña. Supongo que las empresas de consultoría y proyectos son necesarias y que están pasando una travesía del desierto con unas administraciones que ya no hacen obra pública y que ya no despilfarran tanto porque no lo tienen, pero a nadie se le escapa que han hecho mucho papel destinado a unos archivos de los que jamás nadie va a sacarlos. Y es verdad que sin esos proyectos, sin ese gasto público, no se habrían podido vender consignaciones presupuestarias en los Presupuestos Generales de la Junta o del Estado, no se habrían podido dar ruedas de prensa o tranquilizar por algún tiempo a alcaldes deseosos de inversiones en su pueblo.
 
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Crónica del viernes 7 de diciembre de 2012.