EL CAMPO, DESENCANTADO, VOTO POR INERCIA

Es un hecho incontestable que las gentes del campo de Castilla y León participamos masivamente en los comicios del 25 de mayo, y que votamos mayoritariamente al Partido Popular. Un voto en la misma línea que las últimas legislaturas, pero en esta ocasión sin ilusión, sin alegría por el triunfo de los que se supone los nuestros, sin esperar nada a cambio de tanta generosidad, y pretendiendo que no se interprete como un gesto de agradecimiento.


EL CAMPO, DESENCANTADO,

VOTÓ POR INERCIA



José Antonio Turrado*



Es un hecho incontestable que las gentes del campo de Castilla y León participamos masivamente en los comicios del 25 de mayo, y que votamos mayoritariamente al Partido Popular. Un voto en la misma línea que las últimas legislaturas, pero en esta ocasión sin ilusión, sin alegría por el triunfo de los que se supone los nuestros, sin esperar nada a cambio de tanta generosidad, y pretendiendo que no se interprete como un gesto de agradecimiento. Hemos votado por inercia, porque había que hacerlo, quizás al que presuponemos menos malo, o por no correr más riesgos de los que ya corremos cada día.

Estoy en condiciones de garantizar, yo ciudadano sin cargos políticos, que el Partido Popular va a cumplir escrupulosamente su programa electoral en materia de agricultura y ganadería, y va a cumplirlo porque no prometió nada, como tampoco prometieron nada los de la oposición. Programas vacíos de contenido, sin propuestas novedosas, sin compromisos presupuestarios, sin objetivos fijados, promesas que no comprometen, muchas obviedades, y frases hechas de manual de campaña. Y con este programa, unos candidatos de capital que no tenían ni idea del campo y mucho menos un compromiso con el sector agrícola y ganadero, que no se enteraban de nada, y lo que es peor, sin ganas de querer enterarse. Para salir del paso, como mucho se les ocurría eso tan socorrido de oponerse a la reforma de la PAC del comisario Fischler, pero tampoco sabían de qué iba eso y mucho menos las consecuencias tan negativas que tendrá para el campo de Castilla y León. Ni se han planteado una estrategia para paliar los efectos negativos de una reforma que, aún suavizándola, será demoledora para nuestros intereses agrarios.

Queda por delante una legislatura que será decisiva para el presente y el futuro del campo en Castilla y León. El Partido Popular gobernará con una aplastante mayoría absoluta que le permitirá hacer su propia política agraria, sin cortapisa alguna, con un candidato a presidente de la Junta sobrado de cualidades para hacer un buen papel, pero eso no es óbice para reprocharle –ahora, después del 25 de mayo, y no antes–, que no tiene entre sus parlamentarios a las gentes del campo, y que su programa no pasaría la selectividad ni en septiembre. No obstante, apoyo desde ASAJA para afrontar esa etapa agraria que como hemos dicho será decisiva, y respaldo inicial a la persona que él decida que sea consejero de Agricultura y Ganadería en esta legislatura.

Son también muy importantes para nosotros las diputaciones provinciales, tanto por su papel en materia agroganadera como sobre todo de desarrollo del medio rural. También aquí nuestra gente dejará de forma forzada paso a otros de clases más acomodadas para ocupar sillones de responsabilidad, pues ya se empezó cediendo terreno al ser minoritaria la participación de las gentes del campo en las listas municipales. Cientos y cientos de candidatos en nuestros pueblos sin vinculación alguna con los mismos, ocupando puestos por intereses personales o de partido, intereses en todo caso poco nobles.

Y me permito un cariñoso reproche a nuestros representados. El sector agrario es extremadamente exigente con las organizaciones agrarias y sus representantes o dirigentes, a los que se responsabiliza de casi todos los problemas que nos aquejan cada día. Lástima que no seamos tan exigentes con quienes nos gobiernan y con quienes tienen encomendada la labor de oposición política. A tenor de todo lo que ha ocurrido en este proceso electoral, cualquiera sacaría la conclusión de que el campo no está tan mal como decimos desde las organizaciones agrarias. Y la realidad es que aún está peor.


León a 28 de mayo de 2003

José Antonio Turrado Fernández

Secretario General de ASAJA de Castilla y León