EL CAMPO ES UN HERVIDERO

Después de algo más de dos meses de vacaciones forzadas en la agricultura por una climatología que no dejaba hacer las labores propias de la época, esta semana el campo ha sido un hervidero, ha habido una actividad frenética para avanzar con trabajos que ya tendrían que estar hechos.

EL CAMPO ES UN HERVIDERO
 
Después de algo más de dos meses de vacaciones forzadas en la agricultura por una climatología que no dejaba hacer las labores propias de la época, esta semana el campo ha sido un hervidero, ha habido una actividad frenética para avanzar con trabajos que ya tendrían que estar hechos. El panorama, de un lado a otro de la carretera entre Hospital de Órbigo y La Bañeza, de un día cualquiera de esta semana, denota esta inusitada actividad. Vi maquinistas cosechando maíz, agricultores transportando el grano con sus remolques al secadero,  y familias pelando, arrancando y transportando remolachas desde la finca  hasta la playa donde se cargan los camiones que la llevarán a la azucarera. Dos cultivos, el maíz y la remolacha, que permanecían en el campo desde el pasado año. Otros agricultores estaban afanados en preparar sus fincas para las nuevas siembras. Así, vi a varios arando a vertedera los rastrojos de maíz, otros pasando el cultivador sobre rastrojo o sobre terreno volteado, en alguna finca estaban abonando con estiércol y supongo que se trata de parcelas que se van a sembrar de patatas. Aunque en el caso del regadío todavía no es tarde, algunos agricultores estaban ya abonando los trigos con nitrógeno, lo que comúnmente llamamos “echar el nitrato”.  Vi una finca que se estaba sembrando de cereal, labor ya un tanto tardía, pero que es posible de tratarse de una cebada de ciclo corto. Un remolachero, de esos que le gusta ser los primeros, estaba sembrando ya su parcela haciendo una labor perfecta. Como zona lupulera, me encontré cultivadores gradeando las fincas y haciendo la labor de poda.
 
La actividad ganadera me la imaginaba en alguna granja que se ve a lo lejos y algún rebaño de merinas que aprovechaba las mazorcas de maíz que no recogieron las cosechadoras. Y cuando iba llegando La Bañeza, cuando se acaba la corta carretera que atraviesa una de las vegas más fértiles de la provincia, reconforta la actividad que se intuye en una empresa cárnica que genera empleo y riqueza en la comarca y es referente en su sector en media España. Era la imagen de la España que trabaja, lástima que otros quieran y no puedan.
 
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 14 de marzo de 2014