La prensa local leonesa se ha esforzado en buscar titulares positivos sobre los resultados que arroja el Informe Nielsen, referentes a la comercialización de los vinos de nuestra tierra, y que presentó la consejera de Agricultura en el Bierzo. Pues bien, con carácter general, es de dominio público que la comercialización del vino atraviesa una época de esplendor en toda España, lo que incluye a Castilla y León y a nuestra provincia leonesa. Se vende todo lo que se produce, y se vende tanto lo muy bueno o bueno, es decir, lo que se etiqueta con marchamo de calidad, como el vino de mesa que sale de las bodegas en botella o a granel a menos de un euro el litro. Por todo ello, vender el vino no es una hazaña como para colgarse medallas, ni lo es el exportar, pues resulta más fácil sacar los vinos fuera que pelearte con todo hijo de vecino para colocar la producción en el mercado local más próximo. Lo que tiene mérito es vender, dentro o fuera, con valor añadido, y consecuencia de ello crecer. Crecer es plantar más viñas, reconvertir a variedades más demandadas, estabilizar las cosechas, y mejorar en infraestructuras para mecanizar las labores. Crecer es aumentar el tamaño, que no el número, de las bodegas que operan en un territorio, hacerlas más competitivas a base de innovación y tecnología, copar los mercados de más futuro, y hacer una marca. Y todo esto se debe de hacer mientras permanezcan unas ayudas de la Unión Europea al sector del vino que son francamente generosas, abarcando desde la plantación y reconversión varietal, a la instalación de bodegas y la promoción comercial. La competencia en el mundo del vino es feroz, y más que lo será en un futuro, por eso no sería bueno dejarnos reconfortar por algún dato positivo encontrado a base de rebuscar muchos. Y en las denominaciones pequeñas como las nuestras, y en las bodegas pequeñas como las nuestras – me estoy refiriendo a León-, lo que procede es subirse a la ola de las grandes que tiran con fuerza y aprovecharse de las sinergias. Aunque sean de Valladolid.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en la Nueva Crónica del viernes 6 de junio de 2018.