El pan como producto de calidad

La patronal de los fabricantes de pan está contentísima al conocer los datos publicados por el ministerio de Agricultura, según los cuales el consumo de pan por habitante y año aumentó un 1,8 por ciento, y se sitúa en treinta y cinco kilos.

El pan como producto de calidad
 
La patronal de los fabricantes de pan está contentísima al conocer los datos publicados por el ministerio de Agricultura, según los cuales el consumo de pan por habitante y año aumentó un 1,8 por ciento, y se sitúa en treinta y cinco kilos. Como esto es estadística, supongo que hay dos leoneses que no comen ni un gramo  para que yo pueda meterme entre pecho y espalda tres veces más de la media, lo que sigue siendo una broma comparado con la hogaza diaria de tres kilos que dejábamos temblando en casa de mis padres en los años setenta. Porque bendito pan que, junto con el tocino y las patatas, quitó el hambre de la posguerra a media provincia y que afortunadamente abrió un camino de prosperidad para todos. Hoy el pan es un ingrediente en nuestra dieta absolutamente prescindible desde el punto de vista nutricional, pero del que la mayoría no queremos prescindir porque está vinculado a nuestra cultura y porque lo comemos por placer. No sería igual un cocido maragato o un botillo del Bierzo sin un buen pan de hogaza, ni se puede comer chorizo sin pan, ni huevos fritos sin mojar pan en la yema, ni disfrutar de una buena barbacoa, y por no poder, sin pan no se pueden hacer ni bocadillos.
 
Defiendo que entre los muchos alimentos de calidad de León tenemos que situar entre los primeros lugares el pan, aunque no tenga denominación de origen u otra figura análoga. En los restaurantes de León se come el mejor pan de España y tenemos decenas de panaderías de pueblo y de barrio que podemos considerar auténticas tiendas gourmet, y donde por cierto todavía te dan un trato exquisito y de cercanía. Si el pan no fuera un alimento con una fecha de caducidad tan corta, estoy seguro que sería el producto leonés con más ventas fuera de la provincia, y aun así no es raro ver gente de fin de semana metiendo un buen acopio en el maletero del coche. Porque el pan de León, además de bueno, no es caro, por mucho que duela pagar algo que se consume a diario, como ocurre con la leche.
 
Disfrutemos del buen pan de León mientras lo haya. Tomémonos la molestia de comprarlo en el despacho de panadería de barrio. Exijámoslo en el restaurante como lo hacemos con la carta de vinos. Procuremos que nuestros hijos no lo sustituyan por bollería industrial. Y donde vayamos, presumamos de las hogazas de León como lo hacemos con la cecina.
 
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en  La Crónica del viernes 5 de julio de 2013.