Todos los negocios que dependen de la climatología son inciertos, y esto ya se sabía incluso antes de que llegara el cambio climático. En nuestra provincia, a falta de promotores privados dispuestos a arriesgar con el negocio del ocio vinculado a la nieve, fue la Diputación Provincial la que invirtió el dinero público en abrir dos estaciones de esquí que nunca tienen asegurada una campaña razonable, y menos una campaña en esas fechas señaladas y propicias. Esta campaña, otra vez más, comenzamos el nuevo año sin pistas abiertas, sin haber sacado un solo euro, algo que no es un problema para la institución provincial, que pagamos entre todos, pero que sí lo es para los negocios privados que están alrededor, y que son muchos. Ante el fracaso de este inicio de campaña pienso precisamente en esos negocios que por no haber nieve no han hecho caja, en esos trabajadores a los que no se les ha llamado para ocupar su puesto de trabajo, y quiero acordarme también, en menor medida eso sí, de quienes han estado más aburridos estas navidades por no poder practicar su deporte favorito, un deporte que ya no es tan elitista como lo fue en su día. Se nos retrasa también la nieve a los que la estamos esperando para que dé un empujón a los embalses de nuestra provincia que acumulan agua que se usa sobre todo para nuestros cultivos de regadío, y es ahora, conforme van pasando los días del invierno, cuando empezamos a ponernos nerviosos. Nuestros ganaderos de montaña están pasando un invierno más tranquilo de lo que es habitual precisamente porque no ha nevado, porque las heladas no han sido tan duras como cabría esperar, y porque por el contrario ha llovido generosamente para que salgan pastos hasta en las cunetas de los caminos y las carreteras. Aunque nunca nieve a gusto de todos, es evidente que este fenómeno meteorológico forma parte de la riqueza natural de nuestra provincia, y que si no nieva lo razonable en los meses habituales del invierno, con carácter general, tenemos un problema que termina afectando a muchas economías.