Este periódico entrecomillaba el pasado miércoles una frase que decía que de casi un millón de fincas no se sabe de quién son, refiriéndose a España, y atribuyendo a eso un mayor riesgo de incendios forestales. Yo creo que todo tiene un dueño, y los dueños suelen aparecer cuando la propiedad adquiere un valor, como por ejemplo cuando te la expropian para ejecutar una obra, por lo general pública, sobre la que se ha decretado el interés general. Otra cosa es que haya miles de propietarios, sin ir más lejos en nuestra provincia, que tienen pequeñas superficies agrícolas sobre las que en principio no manifiestan el mínimo interés, pero como se te ocurra ocuparlas labrándolas o pastándolas, te llevan a los tribunales aunque cueste más la defensa que el valor del daño causado. El problema para gestionar estas pequeñas superficies, bien cuando son tierras de cultivo, son pastos o son terrenos convertidos en monte bajo, es que a al ser tan pequeñas, la renta o beneficio al que puede aspirar el dueño es mínima, y para poco nadie se complica haciendo un arrendamiento por el que además hay que cotizar a la Agencia Tributaria. Pero aún convenciendo al propietario de la cesión para un uso productivo, o si se quiere la venta definitiva, la superficie no tiene interés si no se llega a acuerdos similares con todos los colindantes, y si ya es complicado entenderse con uno de una finca de mil metros, ni que decir tiene lo que supone entenderse con cien para juntar una masa de unas diez hectárea, superficie que ya tendría un interés importante al menos para fines agrícolas. Por lo tanto, el problema no es identificar al propietario, que el propietario existe, el problema es que el propietario te ceda su propiedad a cambio de algo, que por mucho que sea, no le va a suponer unos ingresos dignos de consideración, unos ingresos que le arreglen algo su vida. La solución a esto es concentrar, pero no siempre se avanza lo suficiente en el redimensionamiento de la propiedad, y casi nunca hay recursos públicos suficientes para tanto trabajo sin hacer.

*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 21 de octubre de 2022.