LA AGRICULTURA Y LAS ENERGÍAS RENOVABLES

Recientemente la Diputación organizó un viaje a Navarra para visitar diferentes iniciativas empresariales en el campo de las energías renovables, en el que tuvimos la oportunidad de participar las organizaciones agrarias.

LA AGRICULTURA Y LAS ENERGÍAS RENOVABLES

José Antonio Turrado Fernández

Recientemente la Diputación organizó un viaje a Navarra para visitar diferentes iniciativas empresariales en el campo de las energías renovables, en el que tuvimos la oportunidad de participar las organizaciones agrarias. Del viaje se pueden sacar varias conclusiones. Una de ellas es que estamos hablando de proyectos con un alto coste de inversión, por encima de sesenta millones de euros en el mejor de los casos, que requieren de socios solventes que aporten tecnología y capital. Otra conclusión es que la rentabilidad de algunas de estas instalaciones es a corto plazo más que dudosa, y que se tambalearían a poco que el Estado modificase de forma negativa alguna de la normativa que regula la explotación de los recursos energéticos, es decir, que están sujetas a un altísimo «riesgo BOE» como se conoce en términos financieros. También está claro que dentro del conjunto de las energías renovables hay alguna con un presente más prometedor, y por tanto acapara el objetivo de las empresas, como es el caso de le energía eólica, precisamente con poca o nula vinculación con el campo aunque sí con el medio rural, y que choca con trabas para disponer de licencia de actividad.

En nuestra provincia se ocupan páginas de periódicos con proyectos de energías renovables vinculados a la agricultura, vinculados a los nuevos regadíos, y como alternativa a la agricultura tradicional. Mucho me temo que una vez más detrás de estos proyectos no hay nada serio, y lo que es más importante, no hay iniciativa empresarial ni dinero para ponerlos en marcha. Entiendo que quienes están pensando en esto, de ser viable y posible, están pensando en los agricultores como suministradores de materias primas, y que no estén pensando en los agricultores como socios capitalistas, pues a nuestros agricultores no les sobra el dinero para invertir en el mundo de la empresa, ni tienen conocimientos ni vocación de empresarios más allá de lo que es la empresa familiar agraria de la que son titulares.

Dentro de los proyectos que se vinculan al sector, y si dejamos a un lado la biomasa, está la producción de bioetanol y la de biodiesel . Para el primero de los casos se requiere como materia prima el cereal, algo que sabemos producir, y que ya tienen resultados contrastados las plantas que están operativas en Murcia y Galicia, y próximamente la de Salamanca en Castilla y León. Aun así, la mayoría del cereal que procesan proviene de la importación, sencillamente porque no podemos competir con precios del mercado mundial. En nuestra provincia llevamos ya varios años contratando cereal para estas plantas, y en concreto desde ASAJA, aunque en cantidades poco significativas, y llevamos ya dos años solicitando las ayudas de la PAC de 45 euros por hectárea por producir cultivos energéticos. En Benavente se encuentra avanzado, parece ser, un nuevo proyecto que promovido por el mundo cooperativo tendría como objetivo también producir bioetanol a partir de los cereales.

La iniciativa del biodiesel es aún más arriesgada. En la planta de Navarra, del grupo Acciona, ya en funcionamiento, se procesa aceite vegetal de diferentes especies, pero toda ella procedente de la importación, así es que los agricultores no juegan por ahora papel alguno. La producción de aceite de baja calidad en España no es competitiva en precio con aceite de palma, girasol, colza o soja procedente de países terceros. En Castilla y León está avanzado el proyecto de la cooperativa Acor, que pretende trabajar con aceite extraído de cultivos que se produzcan en Castilla y León, por lo que en el proyecto se contempla también la puesta en funcionamiento de una extractora. No tengo duda que Acor encontrará la financiación, en gran medida del propio sector agrario y de sus excedentes de tesorería, pero tengo dudas respecto a que producir cultivos oleaginosos sea rentable para el agricultor, por lo tanto lo más seguro es que termine comprando las semillas o el propio aceite en el lugar del planeta que en cada momento más le convenga.

Y con todo esto, en León tenemos como positivo el potencial de los nuevos regadíos, pero tenemos un gran minifundio y una escasa capacidad financiera, como agricultores, para embarcarnos en proyectos nuevos. No conocemos socios tecnológicos ni inversores que se peguen por venir a nuestra tierra, y la única corriente a favor es que Zapatero es de León. Lo que nos queda es que Zapatero llame a su despacho a alguna empresa (como hizo con Telefónica), y que junto con otra de la Sepi decidan apostar en León por unas inversiones altísimas, de futuro quizás prometedor, pero de un presente al menos dudoso. Lo demás son cuentos.

*Secretario general de ASAJA León.

Artículo publicado en EL Mundo La Crónica de León el sábado 14 de mayo 2005.