LOS AGRICULTORES Y GANADEROS NO QUEMAMOS LOS MONTES

La Junta de Castilla y León ha oficializado un año más el inicio de la campaña de lucha contra los incendios forestales en nuestra región. No es nuestra misión enjuiciar la logística de dicha campaña y mucho menos valorar si se dispone de los suficientes medios humanos y materiales para afrontarla con éxito.

LOS AGRICULTORES Y GANADEROS

NO QUEMAMOS LOS MONTES

José Antonio Turrado*

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a Junta de Castilla y León ha oficializado un año más el inicio de la campaña de lucha contra los incendios forestales en nuestra región. No es nuestra misión enjuiciar la logística de dicha campaña y mucho menos valorar si se dispone de los suficientes medios humanos y materiales para afrontarla con éxito.

Los agricultores y ganaderos no somos ajenos al problema de los incendios forestales, pues además de afectarnos como uno más de tantos ciudadanos, nos afecta como habitantes del medio rural y nos afecta de forma directa en la actividad agropecuaria.

En la agricultura y la ganadería, como en otras profesiones, los tiempos cambian, y cambian también los métodos y formas de hacer las cosas. Por eso prácticas que antes eran habituales como el quemar rastrojos, pastos o monte bajo, ahora resultan casi siempre innecesarias, demasiado arriesgadas, prohibidas, o incompatibles con el derecho a percibir ayudas europeas. Y por ello, por unas u otras razones, la consecuencia última es que hoy día el agricultor y ganadero no debe de figurar en el punto de mira como riesgo potencial en los incendios forestales. Asumimos las limitaciones que nos imponen, entre otras la utilización racional del fuego como técnica agronómica, independientemente que compartamos o no lo absurdo de algunas prohibiciones hechas por burócratas.

Tanto ahora que tenemos prohibida la utilización del fuego al ser incompatible con las ayudas europeas, como antes que había autorización para quemar rastrojos siguiendo unas normas, los agricultores y ganaderos nos hemos cuidado muy mucho de no provocar daños al medio ambiente. Quién va a estar más interesado que el propio agricultor y ganadero en preservar el entorno en el que vive a lo largo de todo el año, y de poder dejar a sus hijos unos bosques bien conservados que son fuente de riqueza desde cualquier punto de vista que se mire.

Pero nuestras autoridades medioambientales no parecen tener claro de qué parte estamos los agricultores y ganaderos. Y para salvar sus responsabilidades y sus propias limitaciones, muchas veces echan la culpa de los incendios casi siempre de forma genérica a los lugareños que ejercen su profesión en el campo. Y hasta se critica, en público o en privado, la poca solidaridad que ahora se observa a la hora de acudir a apagar un incendio, cuando antes a toque de campana se movilizaba a todas las familias. Esto es verdad, ahora somos menos solidarios. Lo que no admiten los de Medio Ambiente es que nuestros pueblos ahora están deshabitados o habitados casi sólo por jubilados, que su política de meter miedo basándose en denuncias de todo tipo ha hecho que les miremos con recelo y hasta con odio, y que si no consideramos el monte como algo nuestro se debe a que efectivamente ya no lo es, pues en tiempo alguno lo fue tanto de la administración y estuvo tan vetado a los administrados.

Nuestras discrepancias como agricultores y ganaderos con la política medioambiental de la Junta no puede ser mayor. Nuestras reivindicaciones pocas veces son escuchadas y casi nunca son tenidas en cuenta, pero ello no es motivo para impedir que ante un problema tan serio como es el de los incendios forestales, desde el sector agropecuario estemos por colaborar activamente para su erradicación. No hay que olvidar que cuando un monte se quema somos parte directamente perjudicada, y si se nos apunta injustamente con el dedo, se devalúa nuestra imagen mientras que el verdadero responsable sigue suelto haciendo de las suyas.

El sector agrario, no hace negocio con el fuego, otros quizás sí. El sector agropecuario conoce el riesgo y en pocas ocasiones es imprudente; otros que visitan nuestros pueblos de fin de semana quizás no puedan decir lo mismo.

León, 27 de junio de 2003

*Secretario general de ASAJA de Castilla y León