NECESARIA REGULACIÓN DE LAS BODEGAS TRADICIONALES

Cuando una administración se pone a regular algo, de entrada es un motivo de preocupación, porque nuca sabes por dónde va a salir. Pero a veces regular las cosas es necesario y no siempre desde la administración se hace con la intención de perjudicar al ciudadano

NECESARIA REGULACIÓN DE LAS BODEGAS TRADICIONALES
 
Cuando una administración se pone a regular algo, de entrada es un motivo de preocupación, porque nuca sabes por dónde va a salir. Pero a veces regular las cosas es necesario y no siempre desde la administración se hace con la intención de perjudicar al ciudadano. Me ha llamado la atención la publicación de una ordenanza sobre el uso y mantenimiento de las bodegas tradicionales en el municipio de Villaornate y Castro. No entro a valorar la conveniencia o no de dicho acuerdo municipal para los intereses de los vecinos de ese municipio, pero sí a valorar la cuestión desde el ámbito provincial. Porque las bodegas tradicionales parecen estar en tierra de nadie, no se discute la propiedad pero se asientan por lo general en terrenos públicos, no suelen estar inscritas en registros oficiales, no pagan impuestos, no reciben servicios, y con normas urbanísticas o sin ellas, la realidad es que hay una anarquía total en el acondicionamiento de las mismas. Me parece muy buena la idea de una ordenanza municipal que cree un registro de bodegas, que se inste a que estén en buen estado  y en caso contrario que el municipio pueda expropiarlas, que se limiten las actuaciones exteriores en las mismas a las estrictamente necesarias, que se definan los materiales y formas de construcción, que se cobre un impuesto si es necesario, pero que a la vez se den servicios. Las bodegas tradicionales son hoy día, sobre todo, un lugar de reunión de carácter gastronómico, algo que requiere de unos servicios esenciales como la electricidad, el agua corriente, el alcantarillado o unos buenos accesos, lo que sin duda tiene que promover la administración local.
 

 
Las bodegas tradicionales en la provincia de León forman parte del más valioso patrimonio rural, están ligadas a nuestras tradiciones y costumbres, y  por tanto tienen que ser protegidas. Para protegerlas hay que dar garantía jurídica a los propietarios, incentivar las costosas obras para consolidar y mejorar la construcción, ponerlas en valor fomentando todos los posibles usos, dotarlas si es el caso de alguna figura de protección y, cómo no, limitándoles el derechos a hacer en ellas lo que quieran a algunos propietarios que han demostrado sobradamente bastante mal gusto en eso de la estética. Y si no lo hacemos por nosotros, se lo debemos a nuestros hijos, y sobre todo a nuestros antepasados que se deslomaron cavando en las entrañas de la tierra.
 

Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en  La Crónica del viernes 5 de abril de 2013

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