Cuando alguien triunfa en la vida, o sencillamente acede a un cargo de cierta relevancia, se tira de currículum y si alguna vez se paseó por esta provincia ya le consideramos leonés, “leonés de pura cepa” si hace falta. Esto es muy propio de los medios de comunicación, quizás por ese afán de buscar siempre la noticia, incluso cuando no la hay. Un ejemplo próximo en el tiempo ha sido la vinculación con León de Pablo Casado, o si se quiere el de la señora esposa de Pedro Sánchez. Bueno, pues entre tanto fraude de pertenencia a esta provincia leonesa, donde tenemos hasta parlamentarios que dicen ser de aquí y que nadie los conoce, tenemos una relevante excepción en la figura de Jesús Calleja. Un leonés antes de saltar a la fama que sigue siendo leonés ahora que se le conoce en toda España y hasta en medio mundo. Un leonés que cuando ha triunfado se ha hecho una casa a las afueras de la ciudad, o si se quiere en el campo, a la que le da uso – otros famosos la pusieron a la venta-, que tiene recorridos varias veces los picos de todas nuestras montañas, y que pregona lo nuestro allí donde tiene la ocasión. Parece sencillo ser leonés y ejercer de ello, pero en la práctica, la realidad es que quién se va y triunfa no vuelve, y “se agarrar a un clavo ardiendo” antes de decir algo bonito de nosotros. Por si fuera poco meritorio el trabajo de Calleja como aventurero y productor de programas televisivos de divulgación y entretenimiento, el tipo es simpático y ocurrente, y consecuencia de ello y de otras virtudes, cae bien a casi todo el mundo. La Medalla de Oro de la provincia que le ha concedido la Diputación de León a Jesús Calleja es un acto de justicia con un personaje que se lo merece como pocos y que deja el listón alto para cuando las más altas instituciones leonesas piensen en futuros reconocimientos. Sería bueno que se revisasen las bases que regulan estos reconocimientos honoríficos para que de verdad recaigan en quienes siendo leoneses ejerzan realmente de ello y trabajen para que la provincia tenga proyección y prospere.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 5 de octubre de 2018.