No debe de ser fácil tener un censo muy exacto de la población de lobos, ni considero que tenerlo sea una cuestión de capital importancia, y en todo caso, llegado a unas cifras determinadas, siempre cabrán múltiples interpretaciones. Cuando las comunidades autónomas loberas, que son Asturias, Castilla y León, Cantabria, y Galicia, elaboren su propio censo, y se contraste con el que seguramente también elaborará el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, seguro que habrá datos que no cuadran y cada cual tendrá que interpretar los resultados como le interese o como crea que debe de hacerlo. Las comunidades autónomas, con todas las competencias en materia de medio ambiente en sus manos, disponen de datos de partida y sobre todo disponen de una amplia guardería forestal que se me antoja imprescindible para elaborar un censo fiable y con un coste razonable en un también razonable plazo de tiempo. Digo yo que nadie debería de conocer mejor que los guardas forestales las andanzas del lobo, porque entre otras cosas es a lo que se dedican y para lo que les pagan. Por otro lado, el Miteco, sin personal propio, encargará la elaboración del censo a los de siempre, a grupos ecologistas subvencionados que apartará los criterios objetivos y se limitarán a decir lo que interesa a ellos y a quién le paga, por lo que los resultados ya podemos imaginarlos, y la recomendación final también: el lobo está en peligro de extinción y hay que aumentar el grado de protección. Es la historia de siempre, la de que unas asociaciones paniaguadas sacan los cuartos al ministerio de turno para estar durante meses o años contando bichos por el campo, que pueden ser lobos o ciempiés, y después recomendar una serie de medidas que por lo general chocan con la actividad humana en el medio rural, la actividad que ejercen nuestros agricultores o nuestros ganaderos. Cabría pensar que es el momento de los grupos conservacionistas casi todos de la rancia izquierda, pero no, con gobiernos de derechas hacen lo mismo, se lo han montado bien.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 29 de octubre de 2021.