Si en algún sitio se ha practicado la solidaridad y el apoyo entre los vecinos, es en los pueblos, por eso cuando ahora la consejera de Sanidad plantea crear un cuerpo de voluntarios para primeros auxilios en el medio rural, hasta la llegada de la ambulancia con el equipo médico, no nos asusta el encargo. El alumbramiento que me trajo al mundo contó con la encomiable colaboración de una tía abuela que hacía de partera, y mí vecino que era caminero de profesión, nos ponía las inyecciones y nos sacaba las muelas. Y todo esto que estuvo muy bien en los tiempos que fueron, no lo quiero yo ahora para mis mayores ni para mis hijos. Quiero que en los pueblos haya unos servicios médicos a la altura del país desarrollado que somos, y quiero que ante una emergencia se persone cuanto antes, por aire o carretera, un equipo de profesionales con conocimientos y medios para abordar la situación. Debería de saber la señora Consejera que la gente que queda en los pueblos, por lo general es solidaria, pero quizás ya no tanto como lo era hace unas décadas, pues como ocurre en la ciudad, terminamos yendo cada uno a lo nuestro y nos cuesta levantar la cabeza para dar los buenos días. Pero aún siendo solidarios, los que quedan son por lo general de la misma edad, es decir, gente muy mayor que cuando intentan levantar a uno que tropieza en la calle se caen los dos. Gente mayor sin fuerza física, sin edad para ocuparse de los demás y quizás tampoco de lo de uno mismo, y gente que tan siquiera puede ya coger el coche para acercar a un enfermo al centro médico más cercano. En muchos pueblos ya casi no queda ni con quién ser solidario, y en otros quedan dos familias enfrentadas entre sí. La solidaridad se ha convertido casi en un recuerdo, ese que tengo yo del vecino al que llamábamos de madrugada para asistir al parto de una vaca, el que te ayudaba a meter la hierba cuando se barruntaba una tormenta, el que te ordeñaba las vacas cuando te operaban en el hospital, el que te abría la compuerta de riego cuando terminaba en su parcela, o el que te acompañaba en el velatorio de tu propia casa.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 21 de febrero de 2020