Los organizadores de la Cumbre del Clima han venido a Madrid a montar un sarao en el que se mezcla el rigor científico con el deseo de reproches, con la mala intención de buscar un culpable fácil al que apuntar con el dedo, y con la cobardía de rodearse de los acólitos y silenciar a los que pueden ser críticos. Ha tenido que venir Naciones Unidas a tratar del cambio climático para que se hable de agricultura en el debate político de nuestro país, para que el campo salga en los informativos de televisión y en reportajes de todo tipo, pero todo para mal. Se está dando rienda suelta a criticar al sector agrícola y ganadero por ser un sector contaminante, por ser una amenaza al provocar un cambio climático, por no ser sostenible, por producir alimentos, por transportar alimentos, y por fomentar que todo el mundo pueda llevarse un trozo de pan con un filete a la boca. Si la Cumbre sigue por estos derroteros, por la de dar voz únicamente a los mismos, que por lo general son representantes de grupos ecologista que no han trabajado en su vida, y estos se dedican a faltarnos al respeto a los agricultores y ganaderos, a hacernos de menos en nuestro papel como actores relevantes en una doble vertiente social y económica, sencillamente lo que pido es que se vayan cuanto antes a sus casas y que nos dejen vivir en paz. Porque efectivamente el campo ha sido vilmente atacado y no ha salido nadie a defenderlo, quizás porque no estamos sobrados de defensores, y quizás porque si te pones en contra de una moda hasta la inercia te arrastra a la cuneta. Pero cuando estos tipos se vuelvan para sus países, o para el mausoleo de la ONU, el mundo seguirá necesitando alimentos y alguien tendrá que producirlos, y lo tendrá que seguir haciendo con el máximo respeto sí a las leyes de la naturaleza, pero también con eficiencia económica para ser competitivos y para que el consumidor no tenga que ver un cacho de pan como un artículo de lujo. Todo mientras millones de personas mueren de hambre en el mundo sin que nadie le dedique una cumbre para solucionar su problema.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 6 de diciembre de 2019.