Medio mundo tiene puestos los ojos en Brasil y en su flamante presidente, Jair Bolsonaro, después de que tomara posesión el primer día del año, y es así tanto por el cambio tan radical que se ha producido en la esfera ideológica, como por la importancia de dicho país en el ámbito económico y geoestratégico. Como ya hiciera Mauricio Macri al llegar al poder en Argentina, no le han faltado alusiones y referencias al sector agroalimentario, un sector muy potente y con muchas posibilidades de expansión al aplicar políticas más liberales. No creo que el despegue económico de un país como Brasil, o como Argentina, se tenga que fiar mayoritariamente al sector agroalimentario, pero quién ignore su capacidad de generar recursos, para eliminar bolsas de pobreza y hambre, y para traer paz social y bienestar, sencillamente nunca llegará a ser un buen gobernante. Bolsonaro y Macri son conscientes del gran potencial del sector agroindustrial en sus respectivos países, donde las hectáreas vírgenes sin explotar se cuentas por millones, y donde su gran déficit es la falta de infraestructuras, de logística y de tecnología para salir a competir a los mercados internacionales. Brasil y Argetina no han tenido buenos gobiernos en materia de política económica, o quizás no hayan sido buenos en nada, y en vez de llamar con agresividad a los mercados exteriores, muchas veces han puesto aranceles a la exportación con el fin de frenar su galopante inflación, y lo que han hecho con eso es menguar su desarrollo agroalimentario. Ahora, en estos tiempos que corren, con unos mercados internacionales muy liberalizados, salvo en el retroceso que represente la administración de Donald Trump, países tan potentes como Argentina y Brasil tiene una gran oportunidad para dar un buen bocado a esa tarta que representa la agroalimentación mundial. Y lo van a hacer con competencia desleal al no estar sometidos a las mismas reglas medioambientales, socio laborales y de seguridad alimentaria que imperan en Europa. Y no creo que se dejen amedrentar por ecologistas enemigos del progreso, como está pasando aquí.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 4 de enero de 2019.