El cambio climático es una realidad y sus consecuencias un problema para la sociedad actual. Pero dicho esto, a nadie se le escapa que una modificación del clima puede tener un efecto puntualmente beneficioso en determinados aspectos de la vida cotidiana o de la economía, y en concreto de la agricultura o de cierta agricultura. Sin pretender un análisis muy sesudo, este cambio climático que está alargando un mes el verano real, es beneficioso para la mayoría de nuestros cultivos propios de una agricultura donde predominan las tierras de regadío. Hemos cambiado las lluvias y heladas tempranas por temperaturas altas durante el día y noches suaves, y si bien es cierto que no llueve, eso no es problema para una gran parte de nuestra agricultura que utiliza el recurso que llega de nuestros pantanos. El tiempo al que últimamente nos tiene acostumbrados el mes de septiembre es ideal para completar el ciclo del cultivo del maíz -nuestro producto estrella-, el de la remolacha que por lo general llega a estas fechas retrasada, el de las alubias que requieren días soleados para que se sequen y poder trillarlas, sienta bien sin excepción a la maduración de todos los productos de huerta, facilita la maduración y recolección de la uva y la fruta, y en general corrige los problemas que se ocasionan muchos años debido a la dificultad para hacer siembras tempranas o en el tiempo razonable. En definitiva, creo que septiembre es el mes que mejor visualiza el cambio climático, y que este cambio en general no nos perjudica. Constatada la realidad, y ante la improbabilidad de que la situación se pueda revertir, lo que toca ahora es adaptarse de la forma menos traumática y tomar medidas para que los negocios, y la agricultura y la ganadería lo son, no se resientan y si es posible mejoren los resultados. Y siendo cierto que este clima puede ser bueno para la mayoría, no lo es menos que otra parte de la provincia espera lluvias para comenzar las siembras del cereal. Porque en esto de la agricultura, el tiempo nunca es a gusto de todos.

* Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 28 de septiembre de 2018.