Hopsteiner, la empresa con planta en Villanueva de Carrizo que compra la mayoría del lúpulo que se produce en la provincia de León y por extensión en España, ha celebrado unas jornadas técnicas en las que de nuevo ha hecho hincapié en un cambio de variedades para adaptarse a las demandas de sus clientes. Desconozco si el interés por cambiar de variedades es unilateral o si por el contrario está pensado para beneficiar a todos los eslabones de la cadena, incluido el agricultor. Como escribimos para el gran público, no está de más recordar que el lúpulo es una planta permanente que, como la viña, tarda tres años en entrar en plena producción una vez que se planta, y por lo tanto no se deben de cometer errores cuando se toma la decisión de arrancar lo que hay para poner otra cosa. Ya tuvimos una mala experiencia cuando hace casi tres décadas se hicieron plantaciones con el denominado “ H-3 mejorado” que salió de la Escuela de Ingeniaría Agraria de nuestra Universidad, y que se volvió a arrancar por no dar los resultados esperados. De aquella se arrancó todo el lúpulo cultivado con variedades H-3 y H-7, conocidas popularmente como variedades leonesas, y se sustituyó sobre todo por el Nugget. Las variedades que está introduciendo Hopsteiner, a diferencia de ocasiones anteriores, son variedades protegidas y exclusivas de dicha empresa, lo que quiere decir que no se pueden comercializar por parte de otras compañías. Llegado a este punto, hay que reflexionar si, independientemente del comportamiento agronómico de las nuevas variedades y de su aceptación comercial, queremos ser rehenes de Hopsteiner a la hora de comercializar, o si por el contrario interesaría más disponer de otras variedades que se puedan comercializar en todo el mundo sin las limitaciones del royalty. Porque, a diferencia de lo que ha sido norma habitual, ahora le lúpulo ya no se comercializa a través de una única empresa, y además ha surgido un mercado, supongo interesante, de pequeñas cervecerías artesanales que antes no existía.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 20 de diciembre de 2019.