En algún momento de nuestra historia reciente España tuvo la oportunidad de convertirse en un país destacado en la fabricación de  tractores agrícolas, pero al contrario de lo ocurrido con la industria automovilística, no lo hizo. Nuestras fábricas emblemáticas fueron cerrando y en los años noventa ya todo el parque de tractores nuevos procedía de la importación, y así hasta hoy en día. La crisis de la agricultura de los años ochenta y principios de los noventa quizás ahuyentara al capital para invertir en la fabricación de tractores, pero lo importante es que quién huyó de este tipo de inversión se equivocó, porque hoy en día el sector primario en España tiene un peso muy destacado y la mayoría de los proveedores de bienes y servicios al campo han asentado negocios rentables y estables. Lástima de no tener marca española o al menos marca fabricada en España, porque a buen seguro, como ocurre con los coches, podría ser una máquina competitiva para el agricultor y que detrás dejase riqueza y empleo en el proceso de puesta en el mercado. Hoy nuestros tractores vienen todos importados de menos de una docena de grandes marcas que se reparte un grupo todavía más reducido de empresas multinacionales, e importamos tractores nuevos pero también muchísimos tractores del denominado mercado de ocasión, y a la vez exportamos chatarra, exportamos tractores reventados a horas y con un montón de años encima que terminan sobre todo en el vecino país de Marruecos. En el último periodo de doce meses analizado en las estadísticas del ministerio de Agricultura, España importó maquinaria agrícola –sobre todo tractores- por valor de 788,5 millones de euros, mientras que exportamos por valor de 227,7 millones de euros,  con un saldo pues negativo de 560,8 millones de euros. Cierto es que en maquinaria de arrastre y otros aperos de siembra y preparación del terreno hay productos nacionales muy competitivos e interesantes, y que sin ir más lejos, en nuestra provincia de León abundan talleres que han dado y siguen dando cumplida respuesta a las necesidades de nuestra agricultura.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 24 de septiembre de 2021