Los ganaderos asturianos siempre han tenido un gran interés en alquilar los mejores pastos de montaña de la provincia de León, lo que entra en competencia, y no siempre leal, con la ganadería de montaña de la provincia. Bien está ceder lo que sobra, pero las ganaderías leonesas, que están en un proceso nunca acabado de redimensionamiento, y donde contra todas las previsiones se están incorporando jóvenes al sector, no pueden prescindir de ninguna superficie de terreno de pastoreo, y si lo hacen, es de forma obligada. Los ganaderos asturianos se benefician de la política llevada a cabo por determinadas juntas vecinales que adjudican pastos a quién más paga, o a quién dice que va a pagar más, dejando a veces sin tierra a ganaderos locales o a ganaderos de pueblos limítrofes. Nuestro ganaderos, seguro que con razón, dicen que los asturianos pueden pagar más porque muchas explotaciones están en manos de prejubilados de la mina que destinan parte de sus buenas pensiones a apoyar una actividad pecuaria que no pasa de ser un complemento de rentas. También se piensa, seguro que de nuevo con razón, que los ganaderos asturianos reciben ayudas adicionales del Programa de Desarrollo Rural, que no reciben los ganaderos leoneses, pues en una autonomía de nueve provincias con un gran peso de la agricultura, no da para ciertos programas de apoyo al pastoreo y la ganadería extensiva que sí se aplican en Asturias. Después existe también la realidad de que nadie apuesta a futuro para fomentar los pastos: los propietarios por el minifundismo existente, y las juntas vecinales porque suelen adolecer de buenos gobernantes. La conclusión es que no se hacen desbroces para ganar terreno al matorral y monte bajo, no se reordena la propiedad privada, y no se hace una buena gestión del fuego como práctica agronómica cuando es de forma controlada. Ahora Cabrillanes ha ganado un pleito a su vecino del norte y le ha arrebatado cientos de hectáreas que siempre debieron ser suyas, y solo faltaría que las sigan pastando los asturianos en régimen de alquiler.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 19 de abril de 2019