La Política Agraria Común (PAC) pega palos de ciego cada periodo de unos seis años según la orientación de los burócratas y políticos a los que toca dirigirla. Los agricultores nos hemos acostumbrado a hacer una cosa y la contraria siguiendo las órdenes de los reglamentos y atentando muchas veces contra el sentido común de las cosas, y sobre todo, contra los principios agronómicos y las leyes del mercado. En una de las reformas que ya tenemos olvidadas no se dejó títere con cabeza para adoptar un nuevo sistema que tenía como objetivo que los agricultores produjesen para el mercado, en vez de pensar en producir aquello que pudiera estar más subvencionado, y surgieron así los denominados “derechos de la PAC”. Creo que ese objetivo se cumplió ampliamente, pero mira por dónde, ahora que se discuten las nuevas reglas para el periodo del 2023 al final de la década, de nuevo se nos vuelve a decir qué tenemos que producir, se venda o no se venda. Será así porque se va a imponer una rotación de cultivos particularmente lesiva para la provincia de León donde hoy el maíz lo acapara casi todo debido a que es rentable y tiene mercado. Este sistema de rotación, pensado para que en una explotación el maíz no represente cada año más del cincuenta por ciento de la superficie, obligará a dejar de cultivar no menos de 20.000 hectáreas de maíz en la provincia de León derivándolas hacia otras producciones. Con un pretexto medioambiental poco fundado y argumentado, las autoridades agrarias influirán para que los agricultores dejen de producir algo rentable y demandado, que de lo contrario habría que importar, para producir no se sabe bien qué, y a precios y rentabilidades como mínimo inciertas. Decisión equivocada que puede suponer un serio revés para el campo de la provincia de León que está invirtiendo ingentes cantidades de dinero en modernizar sus regadíos y ponerse a la vanguardia de la agricultura y la ganadería europeas. Equivocación que supondrá menos empleo y riqueza para nuestra provincia, y menos oportunidades para los jóvenes.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 5 de febrero de 2021