Llevamos un par de semanas hablando de la vendimia en verde, una medida puesta en marcha por las autoridades agrarias para, a cambio de una ayuda, destruir los racimos de uva antes de su maduración y así quitara producción del mercado para no acumular más excedentes de vino. Las solicitudes presentadas en la provincia de León, en número de veintinueve, son simbólicas, por lo que ahora la única opción que queda es vendimiar cuando llegue el momento y vender a quién compre la uva, o dejar las uvas en la viña. Pongamos que dentro de dos meses, a las puertas de empezar la cosecha, hay bodegas que seleccionan a los mejores proveedores y a los otros les rechazan con el único argumento de que no tienen mercado para tanto. Pongamos que en ese momento hay bodegas que te reciben la uva, pero que todavía no te han pagado las de la campaña anterior, y te planteas si debes de seguir entregando el producto a quién sigue acumulando las deudas sin presentar un calendario de pagos, por más que el deudor sea un afamado y reputado bodeguero. Pongamos que eres socio de la cooperativa, y que por estatutos, tienes garantizado que te compran la mercancía, pero tiemblas porque de nuevo no te han pagado todo lo que te deben de atrás y la liquidación puede ser ridícula cuando a la venta del vino, la mayoría a precios de derribo, le detraigan todos los costes. Pongamos que llega el momento de vendimiar y las bodegas no quieren formalizar los contratos escritos, que son obligatorios por ley, y no quieren comprometerse con un precio que, según exige la ley también, debe de ser superior a los costes de producción. Pongamos que este año, por una climatología favorable y porque el viticultor ha cuidado con mimo sus viñas, tenemos una excelente cosecha, al menos en producción, coincidiendo de forma fatídica un cruce entre la gráfica ascendente de producción con la descendente de consumo. Por último, pongamos que nada de esto va a ocurrir, que todo va a transcurrir con normalidad, y que las autoridades agrarias y otros analistas del sector hemos pecado de alarmismo.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 26 de junio de 2020.