En un alarde de grandeza, la consejera de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León, Milagros Marcos, informaba de la autorización de 889 nuevas hectáreas de viñedo en la comunidad autónoma, y por si fuera poco, acompañadas de siete millones de euros para el plan de reestructuración. Dejemos a un lado que las autorizaciones, y sobre todo el dinero, tienen más que ver con Madrid y Bruselas que con la Junta. Los que me importa es el desequilibrio territorial tanto a la hora de conceder nuevas plantaciones como a la hora de ejecutar el plan de reestructuración. A nadie nos sorprende a estas alturas la pujanza de las denominaciones de origen Rueda y Ribera del Duero, y yo, por supuesto me alegro enormemente de que sea así y de que el principal mérito lo tengan los viticultores y los bodegueros. Pero un gobierno, en este caso el de Castilla y León, tiene que buscar equilibrios territoriales y tiene que hacer política para que las denominaciones de origen que van a peor ritmo emprendan una senda de crecimiento. No es de recibo que de 889 hectáreas que ha repartido la Consejera, a las dos denominaciones de calidad de León únicamente le hayan tocado 4,45 hectáreas, y que en proporción similar se vayan a repartir los siete millones de euros de la reestructuración. Y es que el viñedo de la provincia de León, en sus dos denominaciones, no crece porque tenemos una complicada estructura de la propiedad, y en el caso del Bierzo además sin concentraciones parcelarias. No crece porque es menos rentable al tener mayores costes de producción y a la vez vender la uva más barata, y por si fuera poco, porque quizás no hemos tenido la suerte de contar con unos empresarios que apuesten decididamente por lo nuestro, que con marcas emblemáticas tiren del carro impulsando también las ventas de otras bodegas menos punteras. Y es una pena que en una provincia a la que visitan tan pocas oportunidades, dejemos escapara la de vino, un sector pujante a nivel nacional que está funcionando muy bien en los mercados internacionales.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 27 de julio de 2018.