Pasarelas del Bernesga

No hago referencia a la tristemente famosa pasarela del Bernesga donde se asesinó a Isabel Carrasco.

Pasarelas del Bernesga

No hago referencia a la tristemente famosa pasarela del Bernesga donde se asesinó a  Isabel Carrasco. Me refiero a otras pasarelas que cruzan el río, en varios puntos, que quedan anegadas a la más mínima riada que se nos presenta en estos meses de invierno, una de ellas ya arrancada en su día de cuajo. Estas pasarelas forman parte de un proyecto de embellecimiento de las márgenes del río, a su paso por la capital, que se ejecutó en los años noventa, bajo mandato municipal de Mario Amilivia. Desconozco qué zoquete de arquitecto o ingeniero diseñó el proyecto, ni los zoquetes que le dieron el visto bueno tanto en la Confederación Hidrográfica del Duero como en el propio Ayuntamiento. Sólo conociendo las peculiaridades de este país se entiende que nadie haya pedido responsabilidades, que no se haya obligado ya a derribar esas pasarelas, y que nadie haya reclamado la devolución de los fondos públicos a la Unión Europea. Porque, el Bernesga, no se ha vuelto enfurecido de repente, estas avenidas han sido habituales siempre a poco que nieve y llueva, por lo que los ingenieros debían de conocerlo antes de diseñar unos puentes que termina rebosando el agua  y que más pronto o más tarde acabará por derribar. Es más, ahora incluso hay un pantano, el de Casares, que reduce el caudal, pero ni con esas. Y lo grave de este despropósito es que es un buen ejemplo de las distintas varas de medir, pues la Confederación Hidrográfica del Duero vigila con celo e impone sanciones desmedidas a los particulares que emprenden actuaciones en la zona de policía de los cauces, incluso de pequeños arroyos, donde no hay otro interés que el agrícola y ganadero. Te empapelan incluso cuando haces labores de limpieza para suplir la dejación de sus obligaciones y competencias. Por eso no se entiende que hayan hecho unas pasarelas que tamponan el río a poco que venga una crecida, que las hayan hecho con todos los permisos, y que hasta se haya cortado una cinta con todo el boato el día de la inauguración oficial.

Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en  La Nueva Crónica del viernes 17 de febrero de 2017.