Nuestros pastos de montaña son por lo general pobres, pero es lo que tenemos, y no los tenemos mejores por el abandono de mucha superficie que en su día fueron tierras de labor y que hoy están engullidas por el matorral, por esa vegetación que no aporta nada y que por el contrario se come la pradera y arde sin control cuando se provoca un incendio. Con estos pastos, la mayoría de las juntas vecinales, miles de familias viven de la actividad ganadera en la montaña leonesa, y hasta se ha conseguido incorporar jóvenes en los últimos años en mayor medida que en otros territorios. Los animales aprovechan hasta las últimas hierbas, allí donde estén, por más que lo nieguen las autoridades agrarias de la Unión Europea que no entienden otras situaciones que no sean las asimilables a la Bretaña francesa, por poner un ejemplo. En la montaña se vive del ganado si se vende el ternero o el potro, si da hierba el prado, si no te cobran mucho por los pastos, y si te pagan unas ayudas de la PAC que aquí son más necesarias que en otros sitios. Pues bien, el ministerio de Agricultura, con imágines satélite y el auxilio de la inteligencia artificial, ha revisado nuestros pastos y nos ha aplicado un coeficiente reductor por ser de muy mala calidad, según ellos. Esto significa menos hectáreas para declarar a efectos de la PAC y menos ayudas, significa más presión para hacerse con los pastos mejores y por lo tanto encarecimiento de los mismos, y consecuencia de todo ello supone una caída drástica de la renta de las familias ganaderas. Donde más cuesta vivir por ser la zona más desfavorecida, donde más se nota cuando falta uno en medio de tanta despoblación, donde nunca llega nadie a traer pero si te descuidas si a llevar. Esta decisión administrativa, consentida desde el poder político, es hoy la principal preocupación de quienes seguimos el día a día de la aplicación de la nueva PAC en la provincia. Y tiene muy mala pinta, se le ve muy mala solución una vez que el daño está hecho, con lo fácil que hubiera sido no fiarlo todo a la inteligencia artificial.

*Artículo de opinión de José Antonio Turrado para La Nueva Crónica del viernes17 de febrero de 2023