PERRAS EN CELO

El Ayuntamiento de León ha aprobado una ordenanza que regula la ocupación del espacio público de la ciudad por los perros, estableciendo obligaciones a los dueños de estos animales que se sancionarán en caso de incumplimiento.

PERRAS EN CELO
 
El Ayuntamiento de León ha aprobado una ordenanza que regula la ocupación del espacio público de la ciudad por los perros, estableciendo obligaciones a los dueños de estos animales que se sancionarán en caso de incumplimiento. Se reservan espacios específicos para el esparcimiento de estos animales, pero incluso en estas  zonas de reclusión se establecen limitaciones. Y no digo yo que no haya que regular esto, porque es cierto que los perros, en una ciudad, causan molestias a los usuarios de la vía pública y a los propietarios del edificio donde viven con sus dueños, pero con un poco de sentido común y de tolerancia, seguro que es posible compatibilizar los intereses de todos. Entiendo que esta ordenanza la ha hecho el veterinario municipal, si es que existe esta figura en la relación de puestos de trabajo del consistorio, porque las normas europeas sobre bienestar animal marcan unas directrices de carácter horizontal que han de ser observadas por todos los legisladores en la materia. Un bienestar animal que se sigue a rajatabla en el campo con los animales de abasto, y que en el caso de los animales de compañía se encargó de recordar el pasado fin de semana una asociación que convocó una manifestación, sobre esta materia, por las calles de la ciudad.
 
Creo que se excedió el veterinario municipal al incluir en la ordenanza la prohibición de salir a la calle con “perras en celo”. Con mis ojos se lo vi decir en la televisión local al concejal del área, Julio Cayón, que puso cara seria como  la ministra Soraya en sus comparecencias de los viernes. Y yo me pregunto: ¿procede que se queden en casa las perras en celo – que no son dueñas de su estado fisiológico-, o que se recluya a los perros salidos que se tiran lo primero que se encuentran?. Pues si hay un conflicto  en esta materia, como veterinario y como dueño que soy de tres perras y ningún perro, pido libertad de movimiento para las hembras, y que los dueños de los perros salidos los aten cortos, le pongan bozal y un mandilón en la barriga como los que le colocan los merineros a los carneros. Y ahora me dirá el veterinario que no es machista.
 
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes  21 de febrero de 2013.