Quédate mis gallinas

Hasta los que puedan ser más duros en lo que a los sentimientos se refiere, estoy seguro que le terminan cogiendo cariño a los animales. Pero eso no quita para que los animales, en no pocas ocasiones, se conviertan en una carga

Quédate mis gallinas

Hasta los que puedan ser más duros en lo que a los sentimientos se refiere, estoy seguro que le terminan cogiendo cariño a los animales. Pero eso no quita para que los animales, en no pocas ocasiones, se conviertan en una carga. Son una carga los animales llamados de renta cundo no se obtiene la rentabilidad esperada y hasta hay que poner dinero para su mantenimiento, y son una carga los animales estrictamente de compañía cuando dejan de ser el juguete de toda la familia y nadie quiere ocuparse de sus atenciones, que no son pocas, o nadie quiere sufragar sus costes,  que tampoco son menores. Le pasa incluso a las élites sociales, o al menos así lo recoge la crónica de Beatriz Cortazar en el ABC, el periódico hermano de La Nueva Crónica. Cuenta que el embajador francés en Madrid, Jérome Bonnafont, está haciendo la mudanza, y que muchos se pregunta qué va a hacer con los faisanes y gallinas que tiene en el palacete de la embajada en la calle Serrano de la capital de España. Pero es más, la periodista, entendida en la materia, narra también  cómo se deshizo del gallinero Alfonso Diez, viudo de la Duquesa de Alba, cuando tuvo que abandonar el palacio de Dueñas. Yo desconocía estos casos y reconozco que me han llamado la atención y me parecen simpáticos, pero quién no conoce el de alguna familia que regala un caniche al niño y después le tocas sacarlo cada día a la calle al padre o la madre que juró que nunca lo haría. Conocidos son en los pueblos los casos de quienes compran un patito a los hijos, ahora en verano, y se queda el pato en el pueblo, ya casi criado, cuando acaban las vacaciones. Y en estos pueblos nuestros con gente mayor y en la mayoría de los casos sola, cuando fallecen o se ven obligados a ir a una residencia, el primer problema que afronta la familia más cercana es el qué hacer con las gallinas, unos seres que, como los  humanos, tienen la mala costumbre de comer y beber todos los días. Incluso hay familias que empiezan las discusiones, que nunca se sabe cómo terminan, a propósito de las gallinas.

 

*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 10 de julio de 2015.