UN PANTANO HECHO AL REVÉS

La Confederación Hidrográfica del Duero ha programado la construcción de dos pantanos en las inmediaciones de Carrizo de la Ribera para aumentar la capacidad de embalsado en la cuenca del Órbigo

UN PANTANO HECHO AL REVÉS
 
La Confederación Hidrográfica del Duero ha programado la construcción de dos pantanos en las inmediaciones de Carrizo de la Ribera para aumentar la capacidad de embalsado en la cuenca del Órbigo. Dos pantanos que equivalen a una vez y medio el embalse de Villameca, pero que tienen como peculiaridad que no se llenan con aguas que llegan por su gravedad al muro, sino que se llenan en la base de la presa, se llenan  al revés mediante un costoso sistema de bombeo. Fuertes inversiones en maquinaria difíciles de amortizar, altos costes de mantenimiento y elevada factura energética para llevar el agua contra las leyes de la naturaleza, pero que no es un problema del Estado porque al fin y al cabo se va a repercutir en los regantes leoneses. Unos reganes, organizados a través de los sindicatos de riegos, que no han contemplado otras posibles opciones y que no han exigido un estudio de costes medianamente riguroso para posicionarse sobre una obra hidráulica que tiene toda la pinta de haber sido improvisada y de no haber voluntad política para ejecutarla.
 
Estos proyectos suelen surgir cuando no hay dinero para hacer obras y suelen terminar precisamente como eso, como un proyecto. Porque lo razonable en nuestra provincia y en concreto en los regadíos dependientes de la cuenca del Órbigo, es que no se piense en nuevas aventuras de construcción de pantanos mientras no se haya ejecutado el cien por cien de la modernización de los regadíos existentes, de los que quedan pendientes miles y miles de hectáreas en esa zona regable. Con el regadío modernizado es probable que no haga falta más agua, con seguridad se van a conseguir mejores cosechas, se pondría nuestra agricultura en una senda de competitividad en los mercados internacionales, y ante un año de sequía, de esos que ocurren cada diez años, habría mecanismos para hacer una restricción ordenada en los riegos o las siembras sin dañar demasiado las economías de los agricultores.
 
En conclusión,  pasado el impacto inicial de la noticia, que ha dejado bloqueados a algunos, se levantarán voces exigiendo que se empiece primero por lo básico, que es modernizar los regadíos, y si al final hay que almacenar más agua, se estudie bien la opción antes de meter la pata.
 
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Crónica del viernes 15 de febrero de 2013.