Una importante industria cárnica de nuestro país, que a su vez vende a una importantísima empresa del sector de la gran distribución, se ha adelantado a los plazos que marca la normativa y ha colocado cámaras de vigilancia en sus mataderos para comprobar que los operarios hacen bien su trabajo y dan un trato digno a los animales en la cadena de sacrificio. Me parece bien que en un país desarrollado como el nuestro nos preocupemos del bienestar animal y lo llevemos al extremo de proporcionar una muerte digna a las especies de abasto, lo que quizá no será por mucho tiempo si las modas nos obligan a ser todos veganos o a comer carne de laboratorio. Por el contrario, no comparto la estrategia de ciertas empresas de ir un paso más allá de la legislación vigente para dar satisfacción a un tipo de consumidores, o a un sector de población, a los que nunca le va a parecer suficiente y van a seguir criminalizando a los ganaderos, a las industrias cárnicas, y a los “insensibles” ciudadanos que piensan en chuletones o lechazos asados. Llevo mal que nos rasguemos las vestiduras ante un presunto maltrato animal, y digo presunto porque muchas consideraciones tienen lo suyo de subjetivas, y por el contario permanezcamos indiferentes cuando miles de niños mueren de hambre en cualquier parte de ese mundo que no está tan desarrollado como el nuestro. Ponemos cámaras en los mataderos de animales en Europa y no las ponemos en las escuelas de África donde grupos organizados entran a saquearlas y secuestrar y violar niñas inocentes e indefensas. No mostramos tanta sensibilidad cuando cada día los telediarios  dan el parte de fallecidos en cayucos, de seres humanos que dejan la vida por llegar a nuestras costas y aspirar a vivir como nosotros. Nos aterra la imagen de un perro famélico por el descuido de su dueño, pero no la de una madre nigeriana que igual de famélica da el pecho a su hija. En definitiva, en un mundo presuntamente globalizado, vemos lo de cerca con unos ojos y lo de más lejos con otros, y  para muchos un animal de aquí vale más que una persona de allí.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 30 de abril de 2021.