LOS REMOLACHEROS MUEREN CON LAS BOTAS PUESTAS

Por Donaciano Dujo

Llegó el verano y con él las merecidas vacaciones. Nuestras montañas y pueblos se llenan de veraneantes que, tras un año de trabajo, bien se merecen un descanso. Es en este periodo cuando para los agricultores remolacheros de Palencia todas las horas de trabajo son pocas, con el fin de procurar la mayor producción y calidad del cultivo. No se escatiman esfuerzo ni ningún gasto necesario para conseguir el mejor crecimiento de la remolacha, y no les preocupa aguardar, con traje de agua y botas incluidas, el momento en el que les llegará el turno de riego para alimentar a sus campos. Pasan horas y días en estado de alerta ante cualquier anomalía, para atajarla de manera inmediata y para que al final del verano o principios del otoño puedan estar satisfechos con su cosecha.

Estos mismos agricultores, de manera democrática y con la responsabilidad de ser europeos, acudieron a las urnas el pasado 14 de mayo, depositando su voto a las distintas opciones políticas y confiando en que así sus intereses, tanto económicos como sociales, estarían representados en el Parlamento Europeo.

Nuestro sector no tuvo fácil decidir su voto. Poco o nada sobre agricultura y ganadería hemos visto, leído o escuchado de los líderes políticos, y menos aún de las personas que con nombres y apellidos componían las listas. Tristemente, teníamos asumido que estos candidatos ninguna relación tenían con nuestra profesión: son gente de partido a la que hay que premiar por los años de esfuerzo en anteriores responsabilidades, y Estrasburgo les ofrece un puente de plata para que en los próximos 5 años cobren abultados sueldos.

Días pasados los máximos responsables de los 25 estados miembros aprobaron una Constitución Europea de mínimos; nuestro presidente, el señor Zapatero, afirmó que la contribución española ha sido decisiva para hacer una Europa más justa, más social, más comprometida con los sectores y zonas más desfavorecidas. Ahora anuncian un referéndum para el año 2005, para que los ciudadanos corroboren el documento de los políticos.

Entre medias de tanta decisión transcendental nos hemos encontrado que esa Europa tan supuestamente social, la Comisión, o el comisario Fischler quieren acabar con el cultivo de la remolacha, bajando el precio y reduciendo el cupo. Serían inviables e imposibles de aguantar tales recortes, y si desaparece el cultivo también se llevará con él a una parte importante del sector, puesto que en nuestra región existen más de 15.000 explotaciones remolacheras. Y tampoco se puede olvidar las consecuencias que ello tendría para la industria relacionada con la remolacha, así como para otros sectores económicos vinculados.

Llegado este momento, los agricultores temblamos de miedo en espera de las negociaciones y de la capacidad de presión que pueda ejercer el Ministerio de Agricultura ante Europa. Aún no nos hemos repuesto del fracaso obtenido por la ministra y su secretario general en la reforma de las Organizaciones Comunes del Mercado del olivar, algodón y tabaco. ¿Habrá servido el anterior fracaso de Elena y Fernando para que sepan defender ahora la OCM del Azúcar?

De Elena sabemos que nada sabía de agricultura y ganadería, que es ministra por aquello de lo “políticamente correcto”; pero de Fernando, conocido por todos como ex secretario general de la UPA, recordamos que para todo y todos tenía soluciones, y que con sus airadas peticiones iba a mejorar las condiciones económicas y sociales del sector, o por lo menos eso decía en su anterior responsabilidad.

En fin, encomendémonos a San Isidro y pidamos a Elena y Fernando la máxima contundencia en nuestra defensa. No queremos ni podemos soportar tantos muertos en tan pocas batallas. De ser así, ¿qué votaremos lo agricultores en el referéndum de la Constitución Europea?