Soria es una de las zonas urbanas más densamente pobladas del norte de España, con una de las factorías de automóviles más importantes del país, que desde 1977 emplea a más de 6.500 trabajadores directos. Y otra gran empresa de neumáticos que pasa ya de los 50 años dando trabajo a cerca de 2.000 personas. Ah, perdón, que me he equivocado y no es sobre Soria. Esto es lo que pone Wikipedia sobre Vigo y Aranda de Duero. Pero esto se podría haber leído exactamente igual en el caso de nuestra provincia si hace cuatro o cinco décadas no se hubieran puesto obstáculos a la llegada de esas oportunidades, que hubieran traído aparejadas autovías, líneas de tren, una universidad potente, etcétera.

Dejemos a un lado lo que pudo ser y no fue. Soria es, con diferencia, la provincia más despoblada de España, con menos industria y menos posibilidades de trabajar y de estudiar en ella. Y seguimos como hace años, cuando se proponen inversiones que no gustan o no interesan a determinadas personas, sectores o grupos, éstos se dedican a tirarlas por tierra sin ponerlo en la misma balanza que los grandes polígonos y enormes ciudades, que contaminan muy por encima de los porcentajes que podrían contaminar las inversiones aquí. Eso sin olvidar que se consumen ingentes cantidades de recursos de todo tipo, que no tienen y que expolian a otros.

En la actualidad se están poniendo en marcha diferentes polígonos e infraestructuras para producir, por ejemplo, baterías eléctricas y sucedáneos que también contaminan, pero cuentan con la bendición apostólica del Gobierno y los socios que lo sostiene. Pero si se trata de una inversión de ganadería en Soria que supone 250 empleos directos, sin cuantificar los indirectos, y el impulso que supondría a la actividad agraria, hasta la Administración toma parte por medio de reales decretos para evitarlo y contentar así a aquellos que le mantienen en el poder. Si tenemos en cuenta la población de cada lugar, seguramente esos centenares suponen un porcentaje de puestos de empleo muy superior al de otras zonas.

No solamente se protesta por la vaquería y otras granjas. Tengamos en cuenta también la escuela de vuelo acrobático del aeródromo de Garray, que se ha tenido que ir a otro lugar porque le molestaba a alguien. Si por ruido de aviones fuera no existiría tampoco el aeropuerto de Barajas, ni los beneficios que aporta a Madrid.

No voy a entrar más en lo que me gustaría o no, en lo que debería ser o no, pero lo cierto es que todos los días están cerrando vaquerías porque no son rentables y son muy esclavas, y en determinados lineales hay escasez de leche. Todo desarrollo de actividad humana conlleva beneficios y también perjuicios. Nos guste o no todo era campo y para que una inmensa mayoría pueda vivir en las grandes ciudades unos cuantos trabajamos en el medio rural. Lo malo es cuando algunos se creen que tienen derecho sobre todo y todos, y están abducidos en su mundo creyendo que están en poder de la verdad absoluta.

Si somos capaces de depurar las aguas fecales de enormes polígonos y masificadas ciudades, qué inconveniente hay en que se depuren los purines de todo tipo de granjas.

Muchos núcleos de población que casi ni existían son hoy grandes ciudades, llevándose por delante mucho campo. Cuando se hace una inversión en un lugar es porque o bien la propiedad es del inversor o los propietarios se la han vendido. Por lo tanto, nadie puede decir que no lo sabía.

A la vez deseo alertar de otro problemón que nos generan los que se creen los dueños de todo. Quieren que dejemos de cultivar las tierras más productivas o, lo que es lo mismo, las riberas de ríos, arroyos, acequias y canales. Esto conlleva que, por su orografía, Soria sea la provincia más perjudicada de Castilla y León, que nuestras explotaciones agrícolas sufran otro mordisco tan grave o más que el de los daños que provoca la fauna silvestre. Qué casualidad que ahora que se necesitan más alimentos algunos se empeñan en que produzcamos menos. Y las administraciones los apoyan.  Estamos lisa y llanamente ante una expropiación forzosa sin nada a cambio. 

Con estos mimbres se va a tener que confeccionar el cesto del futuro de Soria. Y la pinta no es buena… Será un lugar desértico, que se convertirá en un gran coto de caza y de ocio bucólico para señoritos y urbanitas, así como un paraíso artificial para ecologistas de bolsillo, que viven y vivirán en grandes localidades porque en el campo no se podrá.

Al final todo esto será para nada porque nos guste o no lo que no se haga aquí se acabará haciendo en otro lugar y con el paso del tiempo allí tendrán gente joven, carreteras del siglo XXI, ferrocarril de verdad, universidades… Desarrollo en una palabra… Y nosotros ni existiremos ya. Como se decía en la epístola de Cabrín Cabrate: “Ante la necesitate no hay pecate”.

En cuanto al volumen de explotaciones, en términos de rentabilidad está demostrado que se equivocan quienes defienden las pequeñas. Que inviertan ellos. De los que ponen pegas, no he visto a nadie soltar un euro en ese tipo de ganadería. Y al gobierno del PSOE y a los satélites que lo mantienen quiero decirles que puestos a hacer decretos que pongan en marcha uno obligando a construir empresas hasta que estemos a la altura de nuestros vecinos de Zaragoza, Logroño, Valladolid, País Vasco…

La obligación de los gobiernos y más ahora con la situación que sufrimos es garantizar el suministro de alimentos en buen estado para su población.

Todo gobierno que no piense así no merece existir porque demuestra que lo único que le interesa es su supervivencia, cueste lo que cueste y se lleve por delante a quien se lleve por delante.

 

Carmelo Gómez Sanz. Presidente de ASAJA Soria