Hay un gran consenso en que las próximas décadas la agricultura tendrá un papel crucial en la búsqueda de la seguridad alimentaria, la preservación del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. Por eso es hora de que los políticos europeos, muchos de ellos más atentos a los horarios de un aeropuerto y a quedar bien en las redes sociales que al terruño y a la verdad científica, no nos hagan perder las mejores bazas para hacer frente a esos retos. Por lo pronto, tenemos previsiblemente a Úrsula von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea hasta 2029. Nos guste o no esta señora, hay que destacar su reconocimiento muy expreso de la agricultura como uno de los siete pilares del programa de trabajo de la Comisión, y eso es una muestra clara de que nuestras demandas han sido escuchadas y que se empieza a valorar la importancia estratégica de la agricultura y la ganadería para la seguridad alimentaria mundial y la sostenibilidad del continente.

Bruselas ya está dando vueltas a su nueva hoja de ruta para la agricultura y la alimentación, con un documento que va a trazar el futuro del sector en Europa. Un listado de intenciones que, de momento, no rasca en lo principal: el presupuesto de la PAC. Como ya ha dicho Pedro Barato, el presidente nacional de ASAJA: “La soberanía alimentaria, la sostenibilidad y el relevo generacional no se financian con buenas intenciones. La PAC es la columna vertebral del sector, y sin una base sólida, todo lo demás es papel mojado: un itinerario sin destino”.

Sí que al menos gusta en ASAJA que el comisario de Agricultura, Christophe Hansen, haya aprendido a llamar empresarios a quienes llevamos generaciones alimentando Europa y además recientemente dijo que “esta visión busca redefinir la relación entre la Comisión Europea y el sector agroalimentario. Hemos escuchado a los agricultores europeos y españoles y ya estamos trabajando en un paquete de simplificación para los agricultores, una estrategia de renovación generacional del sector y una línea de trabajo específica para el sector ganadero, entre otras iniciativas».  No niego que todo esto es un avance, pero si detrás de ese reconocimiento no hay recursos presupuestarios ni medidas concretas, nos quedamos con un quiero y no puedo. La agricultura ya pasa olímpicamente de más discursos políticos; el futuro del campo de Soria se sustenta con apoyo económico, innovación y respeto a quienes trabajamos en él.  Y en ese aspecto me gustaría que en este 2025 dejen de creer en Bruselas, en Madrid y en Valladolid que somos el sector conejillo de indias siempre que deba adaptarse sin batallar y sin anestesia a políticas que le impongan cargas imposibles de cumplir. La sostenibilidad ambiental está muy bien, pero en provincias como la de Soria la casa se cae sin el pilar económico de los empresarios del campo; un pilar que a la vez sujeta gran parte del edificio social de este territorio tan desfavorecido. Por eso, hay que reorientar todo el bloque para poner el foco en los agricultores, que somos el origen de la materia prima de calidad, de la producción de alimentos sanos a un precio razonable. Siempre voy a reivindicar esta función tan imprescindible y tan antigua ante los que viven pensando que la comida no requiere un gran esfuerzo para producirla, se hace por arte de magia, es eterna, está cerca y siempre es abundante.

ANA PASTOR SORIA, PRESIDENTA DE ASAJA SORIA