Sé que muchos os lo imaginaréis, pero os aseguro que los avances en los despachos de Bruselas exigen mucho trabajo técnico y de coordinación, y hoy por hoy son los más eficaces y reales para mejorar las condiciones de cada uno de nuestros agricultores y ganaderos. Un cambio de orientación en una sola norma significa todo para muchas explotaciones. Las protestas en la calle son nuestra seña de identidad y son más visibles, a las que nunca renunciamos si las consideramos adecuadas y/o cuanto lo piden los socios, pero el trabajo callado y constante de nuestra organización es esencial y cada vez lo va a ser más.
Nos estamos jugando mucho en esta futura PAC. Como dijo hace poco Donaciano Dujo, la próxima PAC 28-34 será la última PAC para más de la mitad de los agricultores profesionales que hoy cotizan a la Seguridad Social. Es significa que la PAC tiene que sostener las bases del futuro de un sector que garantiza una alimentación de calidad, la vida en el medio rural, y la conservación del medio ambiente. La sociedad puede ver estas palabras como muy bucólicas o excesivamente rimbombantes, pero en el fondo esa misma sociedad se está dando cuenta, y más cuenta se va a dar en adelante, de que algunos responsables públicos con decisiones incomprensibles están llamando a la puerta para desmantelar nuestra soberanía alimentaria. En lugar de fortalecer nuestro tejido productivo, están aumentando la dependencia del exterior y, al final, terminaremos poniendo en la mesa comida escasa, de dudosa calidad e ignota procedencia. Y esa mesa no es solamente la de mi casa, es la de la casa de un albañil o la de un alto ejecutivo.
A veces tenemos la sensación de que la Unión Europea no se opone con firmeza a algunas normas dañinas porque no son ellos quienes van a pagar los perjuicios que esto ocasionará. Hace poco escuché en una junta directiva nacional de ASAJA un par de frases que me hicieron reflexionar: “los agricultores ni los consumidores tienen dónde repercutir las consecuencias de errores o cantos al sol de Bruselas. A la Unión Europea le falta mucho liderazgo, va como pollo sin cabeza, y a menudo no sabe defendernos”.
Ya dije a los medios de comunicación en nuestra convocatoria de la asamblea hace medio año que la situación de precios está repercutiendo en un descenso drástico de las siembras del cereal. Soria ha dejado de sembrar más de 40.000 hectáreas de cereal, que es casi una cuarta parte del total en la provincia. Si no se soluciona el problema de rentabilidad, el desenlace es claro: llevará a la desaparición casi total del secano. Las producciones provinciales cumplen los estándares europeos y españoles de cumplimiento de medidas de protección del medio ambiente, salud pública y salud animal, algo que se cambia por otro cereal producido en condiciones rusas y ucranias que “vete tú a saber” y que, además de rebajar la seguridad de nuestros ciudadanos, no contribuye en la misma medida a los retos ambientales que tanto preocupan a muchos y que cuya distorsión del mercado además lleva a la ruina a los profesionales de aquí. Recordemos que en los años 80 un litro de gasoil costaba poco más de 7 pesetas, y el agricultor vendía el kilo de cebada a 30 pesetas, mientras que en la actualidad el litro de gasoil cuesta casi 200 pesetas y el agricultor continúa vendiendo el kilo de cereal a poco más de 30 pesetas. Por eso, desde ASAJA queremos recibir por el fruto de nuestro trabajo unos precios acordes con los costes y que nos permitan vivir, y de paso hacer rentable esta profesión y asegurar el relevo generacional.
La Unión Europa se creó para proporcionar un marco de estabilidad y seguridad a sus estados miembro. Con el paso del tiempo, los efectos de la globalización y el ambientalismo radical han ido avanzando hasta dejar en un segundo plano el gran valor que algún día tuvo la soberanía alimentaria. Europa no puede permitirse políticas que erosionan su propia capacidad productiva. Por eso, desde ASAJA proponemos medidas que, en lugar de castigar al sector, le den herramientas para adaptarse. Sabemos sacrificarnos, lo hemos demostrado, y sabemos estar a la vanguardia de lo que quiere la sociedad de nosotros, nos gustan los retos. Y, sobre todo, porque queremos algo que es tremendamente sencillo y a la vez parece imposible en muchos momentos: que nuestros agricultores y ganaderos de Soria tengan lo que se merecen, una forma de ganarse la vida digna y socialmente reconocida.
ANA PASTOR SORIA
PRESIDENTA DE ASAJA SORIA


