A mi amigo Jesús le gustaba mencionar en sus artículos de la revista una frase del escritor Jardiel Poncela que decía que los políticos son como los cines de barrio, primero te hacen entrar y después te cambian el programa. Y además de cambiarte el programa te quieren convencer de que eso es lo mejor para ti. Y esa es la sensación que tengo ahora mismo con la actitud y forma de actuar del ministro Planas. Como dijimos el día que se hizo público el premio Tizón: “Lo que se ve claramente en el borrador publicado por el ministerio de la nueva PAC o en su responsabilidad ante las ocasiones ya perdidas para que algún alto cargo de ministerio se haya podido acercar a Soria. La labor del ministro es velar por los agricultores y ganaderos y vemos que aquí estamos supeditados al de Transición Ecológica y al de Consumo, con quienes, si quiere, puede compartir el premio, ya que entre los tres nos están machacando”.

Y es que llegados a este punto del año es muy difícil mostrarse optimista y me temo que en 2022 tendremos que seguir soportando a una clase política a la que les gusta hacerse oír, cacarear, soltar palabros y se esmeran en parecer que fabrican un buen paraguas, aunque tengamos un mal techo. Proponen soluciones temporales peregrinas, adecuadas a menudo para ellos, pero casi siempre inadecuadas para los profesionales del campo. También tenemos ante nosotros, y en nuestra contra, a una especie que tiene en la mesita de noche un grueso argumentario camaleónico para asumir el color de su entorno. Cuando esos individuos descubren el criterio más aceptado por la opinión pública se tornan en defensores a ultranza de cualquier disparate económico, social, ecológico, legal, agronómico, sin importarles la viabilidad de una explotación o el futuro de las familias que sobreviven hasta ahora en zonas rurales. Y es que creo que estamos en un desierto llamado autoritarismo que está vestido de vez en cuando de democracia de boquilla. Es mucho pedir, pero como estamos en Navidad me gustaría que nos llegara un regalo providencial y es que se sequen las ansias de medrar de algunos, que se dieran cuenta de que no todo es controlar y acaparar, que el medio rural no puede analizarse solamente desde una perspectiva meramente numérica y financiera porque los que vivimos en, por y para el campo sabemos que la grandeza de los pueblos y comarcas y provincias no se mide por el número de sus habitantes, como no se mide por la estatura la grandeza de un ser humano.

Para no acabar el artículo con mal sabor de boca, quiero desearos unas muy felices fiestas. Es tal vez el momento perfecto para buscar y sacar a relucir los mejores sentimientos y tratar de hacer este mundo un poco mejor. Y ya de paso os animo a seguir al pie del cañón, a continuar cuidando con mimo a nuestros animales en las explotaciones, a no dejar de subirse a un tractor sin que falte la ilusión y a consumir y regalar productos de Soria para acabar bien el año y empezar mejor todavía 2022.

Soria, diciembre de 2021